Por qué la devoción al Sagrado Corazón de Jesús forma parte del ADN de la Congregación Salesiana
Una hermosa iglesia que costó “sangre y lágrimas” a Don Bosco, quien, ya consumido por la fatiga, gastó sus últimas energías y años en la construcción de este templo solicitado por el Papa.
Es un lugar querido por todos los salesianos por tantos diversos motivos.
La estatua dorada del campanario, por ejemplo, es un signo de gratitud: fue donada por antiguos alumnos de Argentina para agradecer a los Salesianos que habían venido a su tierra.
También porque en una carta de 1883, Don Bosco escribió la memorable frase: “Recordad que la educación es una cosa del corazón, y que sólo Dios es su maestro, y no podremos tener éxito en nada, si Dios no nos enseña el arte, y no nos da las llaves”. La carta terminaba: “Rezad por mí, y creed siempre en el Sagrado Corazón de Jesús”.
Porque la devoción al Sagrado Corazón de Jesús forma parte del ADN salesiano.
La fiesta del Sagrado Corazón de Jesús quiere animarnos a tener un corazón vulnerable. Sólo un corazón que puede ser herido es capaz de amar. Así, en esta fiesta, contemplamos el corazón abierto de Jesús para abrir también nuestros corazones al amor. El corazón es el símbolo ancestral del amor y muchos artistas han pintado con oro la herida del corazón de Jesús. Del corazón abierto irradia hacia nosotros el resplandor dorado del amor, y el dorado también nos muestra que nuestras fatigas y heridas pueden transformarse en algo precioso.
Cada templo y cada devoción al Sagrado Corazón de Jesús habla del Amor de ese corazón divino, el corazón del Hijo de Dios, por cada uno de sus hijos e hijas de esta humanidad. Y habla de dolor, habla de un amor de Dios que no siempre es correspondido. Hoy añado otro aspecto.
Creo que también habla del dolor de este Señor Jesús ante el sufrimiento de muchas personas, el descarte de otros, la inmigración de otras personas sin horizonte, la soledad, la violencia que muchas personas sufren.
Creo que se puede decir que habla de todo esto, y al mismo tiempo bendice, sin duda, todo lo que se hace en favor de los últimos, es decir, lo mismo que hacía Jesús cuando recorría los caminos de Judea y Galilea.
Por eso es un hermoso signo que la Casa del Sagrado Corazón sea ahora la sede de la Congregación.
Tantos corazones de plata
Una de estas alegres realidades que sin duda alegran al “mismísimo Corazón de Dios” es una que pude comprobar por mí mismo, a saber, lo que se está haciendo en la Fundación Salesiana Don Bosco en las islas de Tenerife y Gran Canaria. Estuve allí la semana pasada y, entre las muchas cosas que viví, pude ver a los 140 educadores que trabajan en los distintos proyectos de la Fundación (acogida, alojamiento, formación para el empleo y posterior inserción laboral). Y luego conocí a otro centenar de adolescentes y jóvenes que se benefician de este servicio de Don Bosco para los más pequeños. Al final de nuestro precioso encuentro, me hicieron un regalo.
Me conmovió porque ya en 1849 dos jóvenes, Carlo Gastini y Felice Reviglio, habían tenido la misma idea y, en gran secreto, ahorrando en comida y guardando celosamente sus pequeñas propinas, habían conseguido comprar un regalo para el onomástico de Don Bosco. La noche de San Juan habían ido a llamar a la puerta de la habitación de Don Bosco. Piense en su asombro y emoción al ser obsequiado con dos pequeños corazones de plata, acompañados de unas torpes palabras.
Los corazones de los jóvenes son siempre los mismos, e incluso hoy, en las Islas Canarias, en una pequeña caja de cartón con forma de corazón, colocaron más de cien corazones con los nombres de Nain, Rocio, Armiche, Mustapha, Xousef, Ainoha, Desiree, Abdjalil, Beatrice e Ibrahim, Yone y Mohamed y un centenar más, simplemente expresando algo que salía del corazón; cosas sinceras y de gran valor como éstas:
– Gracias por hacer esto posible.
– Gracias por la segunda oportunidad que me habéis dado en la vida.
– Sigo luchando. Contigo es más fácil.
– Gracias por devolverme la alegría.
– Gracias por ayudarme a creer que puedo hacer todo lo que me propongo.
– Gracias por la comida y el hogar.
– Gracias de todo corazón.
– Gracias por ayudarme.
– Gracias por esta oportunidad de crecer.
– Gracias por creer en nosotros, los jóvenes, a pesar de nuestra situación….
Y cientos de expresiones similares, dirigidas a Don Bosco y a los educadores que en nombre de Don Bosco están con ellos cada día.
Escuché lo que compartieron conmigo, oí algunas de sus historias (muchas de ellas llenas de dolor); vi sus miradas y sus sonrisas; y me sentí muy orgulloso de ser salesiano y de pertenecer a tan espléndida familia de hermanos, educadores y jóvenes.
Pensé, una vez más, que Don Bosco es más actual y necesario que nunca; y pensé en la delicadeza educativa con la que acompañamos a tantos jóvenes con gran respeto y sensibilidad hacia sus sueños.
Juntos recitamos una oración dirigida al Dios que nos ama a todos, al Dios que bendice a sus hijos e hijas. Una oración que hizo que cristianos, musulmanes e hindúes se sintieran a gusto. En ese momento, sin ninguna duda, el Espíritu de Dios nos abrazó a todos.
Me sentí feliz porque, al igual que Don Bosco acogió a sus primeros muchachos en Valdocco, lo mismo ocurre hoy en tantos Valdocco de todo el mundo.
Cuando hablamos del amor de Dios, para muchos es un concepto demasiado abstracto. En el Sagrado Corazón de Jesús, el amor de Dios por nosotros se ha hecho concreto, visible y perceptual. Para nosotros Dios ha tomado un corazón humano, en el Corazón de Jesús nos ha abierto su corazón. Así, a través de Jesús, podemos llevar a nuestros destinatarios al corazón de Dios.