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Ante todo, lo que estoy viendo en el mundo salesiano, siento que puedo decir con cierta autoridad: amado Don Bosco, tu Sueño sigue realizándose.


            Queridos amigos, lectores del Boletín Salesiano, como cada mes, os envío un saludo personal desde mi corazón y mis reflexiones, motivado por lo que estoy viviendo, porque creo que la vida nos llega a todos y que lo que compartimos, si es bueno, nos hace bien y nos da nuevas ilusiones.
            La Cuaresma y la Pascua nos invitan a renacer. Cada día. Renacer a la confianza, a la esperanza, a la paz serena, al deseo de amar, de trabajar y crear, de cuidar y cultivar las personas y los talentos y las criaturas, todo el pequeño o gran jardín que Dios nos ha confiado.
            A nosotros, salesianos, la Pascua nos recuerda siempre la fiesta de 1846 en Valdocco, cuando Don Bosco pasó de las lágrimas del prado de Filippi al pobre cobertizo de Pinardi y a la franja de tierra que lo rodeaba, donde el sueño comenzó a hacerse realidad.
            He visto cómo el sueño continuaba haciéndose realidad.
            Les escribo ahora desde Santo Domingo, en la República Dominicana. Antes hice una visita magnífica, muy significativa, a Juazeiro do Norte (en el nordeste brasileño de Recife) y estos últimos días han sido dominicanos.
            Dentro de unas horas seguiré hacia Vietnam, y en medio de este “ajetreo”, que también se puede vivir con mucha tranquilidad, he alimentado mi corazón salesiano con hermosas experiencias y reconfortantes certezas.
            Os las iré contando, porque hablan de la misión salesiana, pero permitidme que empiece con una anécdota que me contó ayer un salesiano, que me hizo reír, me emocionó y me habló de “corazón salesiano”

Una pequeña lanzador de piedras
            Me contaba un hermano que hace unos días, viajando por una de las carreteras del interior de este país, pasó por un lugar donde unos niños habían tomado la costumbre de tirar piedras a los coches para provocar pequeños accidentes -como romper una ventanilla- y en la confusión robar algo al viajero.
            Pues bien, así fue como le ocurrió a él. Iba conduciendo por el pueblo y un niño lanzó una piedra para romper una ventanilla de su coche y lo consiguió. El salesiano salió del coche, recogió al niño y dejó que sus padres se lo llevaran. Sólo que en aquella familia no había padre (los había abandonado hacía tiempo). Sólo había una madre sufriente que se quedó sola con este niño y una niña más pequeña. Cuando el salesiano le dijo a la madre que su hijo había roto la ventanilla del coche (que el niño reconoció), y que eso costaba mucho dinero, y que tendría que devolvérselo, la pobre mujer entre lágrimas se disculpó, pidiendo perdón, pero haciéndole comprender que no tenía cómo devolvérselo, que era pobre, que le echaría la culpa a su hijo… En ese momento, la niña, la hermanita del “pequeño Magone de Don Bosco”, se acercó tímidamente con el puñito cerrado, lo abrió y le entregó al salesiano la única moneda, casi sin valor, que tenía. Era todo su tesoro y le dijo: “Tome, señor, para pagar el vidrio. Mi hermano me contó que estaba tan conmovido que ya no podía hablar y acabó dándole a la mujer algo de dinero para ayudar un poco a la familia.
            Yo no sabía cómo interpretar la historia, pero estaba tan llena de vida, dolor, necesidad y humanidad que juré compartirla con vosotros. Y unas horas más tarde, muy cerca de donde me alojaba en la casa salesiana, me enseñaron otra pequeña casa salesiana donde acogemos a niños sin nadie que viven en la calle.
            La mayoría son haitianos. Conocemos bien la tragedia que se está viviendo en Haití, donde no hay orden, ni gobierno, ni ley… Sólo las mafias lo dominan todo. Pues bien, saber que estos niños, menores que llegaron aquí nadie sabe cómo, que no tienen dónde quedarse, son acogidos en nuestra casa (20 en total en este momento), para luego pasar a otras casas, una vez estabilizados, con otros objetivos educativos (donde tenemos, entre varias casas y siempre con Salesianos y educadores laicos, otros 90 menores), me llenó el corazón de alegría y me hizo pensar que Valdocco en Turín, con Don Bosco, nació así, y así nacimos nosotros los Salesianos, y un pequeño grupo de aquellos chicos de Valdocco, junto con Don Bosco, dieron vida “de facto” a la congregación salesiana aquel 18 de diciembre de 1859.
            ¿Cómo no ver “la mano de Dios en todo esto?” ¿Cómo no ver que toda esta obra es el resultado de mucho más que una estrategia humana? ¿Cómo no ver que aquí y en miles de otros lugares salesianos del mundo se sigue haciendo el bien, siempre con la ayuda de tantas personas generosas y de tantos otros que comparten la pasión por la educación?
            Este año, en España-Madrid y en otros lugares (incluso América), se ha presentado el magnífico cortometraje “Canillitas”, que muestra la vida de tantos de estos jóvenes. Me sentí feliz de tocar esta realidad con mis manos y mis ojos. Y es verdad, amigos míos, que el sueño de Don Bosco se sigue realizando hoy, 200 años después.
            Ayer luego pasé todo el día con jóvenes del mundo salesiano que se llaman y se sienten líderes en toda América Latina Salesiana de un movimiento que busca que al menos el mundo educativo salesiano tome muy en serio el cuidado de la creación y la ecología con la sensibilidad del Papa Francisco expresada en “Laudato Si”. Jóvenes de 12 países latinoamericanos estuvieron presentes (presencialmente o por internet) en su movimiento “América Latina Sustentable”. Es hermoso que los jóvenes sueñen y se comprometan en algo que es bueno para ellos, para el mundo y para todos nosotros. Para que el mundo se salve: salvar significa preservar, y nada se perderá, ni un suspiro, ni una lágrima, ni una brizna de hierba; ningún esfuerzo generoso, ninguna paciencia dolorosa, ningún gesto de cuidado, por pequeño y oculto que sea, se perderá: si podemos evitar que un Corazón se rompa, no habremos vivido en vano. Si podemos aliviar el Dolor de una Vida, o calmar un Dolor, o ayudar a un niño a crecer, no habremos vivido en vano.
            Siento, ante todo esto, decir con cierta autoridad: amado Don Bosco, tu Sueño sigue MUY VIVO.
            Que estéis bien y seáis feliz.

Ángel Card. FERNÁNDEZ ARTIME
Rector Mayor de los Salesianos de Don Bosco