La presencia salesiana en Etiopía y Eritrea
La misión salesiana en Etiopía y Eritrea comenzó en 1975, cuando los tres primeros salesianos – el P. Patrick Morrin de Irlanda, el P. Joseph Reza de Estados Unidos y el P. Cesare Bullo de Italia – llegaron a Mekele, Tigray, Etiopía. Bajo la dirección de la Provincia de Oriente Medio (MOR), respondieron a la llamada de la Congregación para explorar nuevas fronteras. Más tarde, en 1982, otros misioneros de la Inspectoría Italo-Lombardo-Emiliana (ILE) llegaron a Dilla como parte del Proyecto África. La presencia salesiana en Eritrea comenzó en Dekemhare en 1995. En 1998, las comunidades de las dos provincias se unieron para formar la Viceprovincia “Mariam Kidane Meheret” (AET).
En octubre de 2025, celebraremos nuestro Jubileo de Oro, marcando 50 años de presencia salesiana. Será un tiempo para dar gracias y alabar al Señor, recordando y expresando gratitud a quienes han hecho realidad el carisma salesiano para los jóvenes de Etiopía y Eritrea. Un agradecimiento especial a todos los misioneros y bienhechores: que Dios os bendiga abundantemente.
Cuando Dios quiere bendecir a su pueblo, se sirve de otras personas. Cuando quiso bendecir a todas las naciones, llamó a Abraham: “Todas las naciones de la tierra serán bendecidas en tu descendencia, porque has obedecido mi voz” (Génesis 22: 18). Cuando quiso liberar a su pueblo de la esclavitud, llamó a Moisés (Éxodo 3). Cuando quiso recordar a su pueblo su amor, llamó a los profetas. Y, en nuestro tiempo, Dios ha hablado por medio de su Hijo: “Dios, que muchas veces y de diversas maneras había hablado antiguamente a los padres por medio de los profetas, últimamente, en estos días, nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien también hizo el mundo”. (Heb 1, 1-2). Su amor se nos reveló mediante la encarnación de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad: el Verbo de Dios se hizo carne (cf. Jn 1, 14) para mostrarnos cuánto nos ama: “Porque tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16).
Cuando Dios quiso bendecir a los jóvenes etíopes y eritreos a través del carisma salesiano, inspiró al difunto Obispo de la Eparquía de Adigrat, Su Excelencia Abune Hailemariam Kahsay. Pidió que los Salesianos vinieran a su eparquía para ofrecer educación integral a los jóvenes. Cuando decimos «sí» al Señor y colaboramos con Él para bendecir a su pueblo, debemos ser coherentes, perseverantes y comprometernos a comprender su plan y sus tiempos, así como a aportar nuestra propia contribución.
Como la respuesta de los salesianos tardaba en llegar, el obispo Hailemariam pidió a tres de sus sacerdotes que estudiaban en Italia que se hicieran salesianos, iniciando así la presencia salesiana en Etiopía. Uno de estos sacerdotes, Abba Sebhatleab Worku, después de hacerse salesiano y mientras enseñaba filosofía en el Líbano durante su formación inicial, fue nombrado obispo de la eparquía de Adigrat, sucediendo a Abune Hailemariam Kahsay. Como dice la Palabra de Dios: “De cierto, de cierto os digo que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto” (Juan 12:24). El fruto no llegó mientras Abune Hailemariam vivía, pero la semilla que sembró dio fruto después de su muerte. Abba Sebhatleab Worku hizo su profesión perpetua antes de ser consagrado obispo y pudo acoger a los primeros salesianos el 17 de octubre de 1975 en Mekele. Desde entonces, la presencia salesiana se ha extendido por diferentes partes de Etiopía – Adigrat, Adwa, Shire, Dilla, Soddo, Adamitullu, Zway, Debrezeit, Addis Abeba, Gambella – y en Eritrea – Dekemhare, Asmara y Barentu.
Actualmente, nuestras presencias son dieciséis: trece comunidades en Etiopía y tres en Eritrea. En Etiopía, gestionamos seis institutos técnicos, ocho escuelas primarias, cinco escuelas secundarias, trece oratorios/centros juveniles, un hogar para menores en situación de riesgo, cinco parroquias y tres aspirantados, así como casas de formación para novicios y postnovicios.
Geográficamente, Etiopía está situada en África Oriental, en el Cuerno de África, limitando con Kenia, Somalia, Yibuti, Eritrea, Sudán y Sudán del Sur. Es uno de los países más antiguos, a veces denominado Reino Axumita. Históricamente, a pesar de los avances, la falta de continuidad y los conflictos recurrentes han llevado a la destrucción de los logros pasados y a repetidos intentos de empezar de nuevo, en lugar de construir sobre los cimientos existentes. Esto ha contribuido a mantener a Etiopía entre los países menos desarrollados.
En cincuenta años de presencia salesiana, hemos sido testigos de tres guerras sangrientas. De 1974 a 1991 -un período de diecisiete años- hubo una guerra civil para derrocar al dictador y establecer un gobierno democrático. De 1998 a 2000, se libró una guerra de dos años con el pretexto de un conflicto fronterizo con Eritrea. En 2020 estalló un conflicto entre el Gobierno Federal y sus aliados y la región de Tigray; aunque aparentemente terminó en 2022 con el Acuerdo de Pretoria, la guerra continuó entre el Gobierno Federal y la región de Amhara y sigue abierta. Además, los conflictos que comenzaron hace años en la región de Oromia -una de las más grandes de Etiopía- siguen persistiendo.
La guerra consume inmensos recursos humanos y materiales, destruye infraestructuras y relaciones humanas y obstaculiza la inversión y el turismo. Somos testigos de estos efectos en nuestros propios países y en muchas partes del mundo.
Como salesianos, creemos que la única salida a los conflictos, las guerras, la pobreza y la falta de paz es la educación. A pesar de las guerras y los conflictos, hemos seguido proporcionando educación a los jóvenes pobres, ayudándoles a construir su futuro y a vivir en armonía. Practicando el sistema preventivo salesiano -estar presentes entre los jóvenes, interesarnos por sus vidas, estar dispuestos a escucharles y dialogar con ellos, transmitirles los valores religiosos, ser razonables y actuar siempre con amor – facilitamos su educación.
Durante nuestros 50 años de andadura, nos hemos enfrentado a retos políticos (falta de estabilidad y guerras) y a dificultades sociales y económicas. Hoy, los principales retos son la inestabilidad política y los recursos, tanto humanos (vocaciones) como financieros. Siguiendo las directrices de los Capítulos Generales, nuestro objetivo es trabajar junto con los laicos; aunque hemos hecho progresos, aún queda mucho camino por recorrer. La colaboración con la Familia Salesiana es otro reto. Estamos profundamente agradecidos a las Inspectorías que han contribuido a la fundación y al crecimiento de la presencia salesiana en Etiopía y Eritrea.
Todavía nos encontramos en una situación de emergencia a causa de la guerra y la inestabilidad actuales, con muchos desplazados internos en campamentos y escuelas -muchas escuelas gubernamentales no ofrecen educación a los alumnos- en Tigray. Nuestras escuelas acogen a estudiantes entre los desplazados internos y estas familias siguen necesitando alimentos a diario. Intervenimos cuando podemos, con la ayuda de la red Don Bosco y de otros benefactores. Los alumnos dependen totalmente de nosotros para todo el material escolar.
En cuanto a nuestra vida religiosa, tenemos que hacer frente a la falta de formadores. Aunque siguen surgiendo vocaciones, nuestra capacidad para atenderlas -sobre todo teniendo en cuenta los tiempos que corren- requiere más personal cualificado.
En Etiopía y Eritrea hay 104 salesianos, incluidos los que están en formación inicial. La mayoría son vocaciones locales que ya ocupan puestos de responsabilidad, lo que demuestra que se ha establecido una base sólida. La Viceprovincia (AET) se está centrando en tres prioridades principales: identidad religiosa carismática salesiana, pastoral juvenil que implique a los laicos y autosostenibilidad.
Esperamos que, poco a poco, aprendamos de nuestra historia y nos esforcemos por convivir en armonía, para que la misión pueda progresar sin obstáculos en el servicio a los jóvenes necesitados. De este modo, pretendemos contribuir significativamente a la educación y el crecimiento de los jóvenes, formando buenos creyentes y ciudadanos íntegros.
Junto con nuestros bienhechores y todos los colaboradores, nos comprometemos a seguir caminando con los jóvenes, ¡trabajando por una sociedad mejor y una Iglesia más santa!
Don Hailemariam MEDHIN, sdb
Superior del Visitatorio – AET