La Crónica de Don Giulio Barberis: día a día en Valdocco con Don Bosco

El 21 de febrero de 1875 algunos salesianos decidieron crear una “comisión histórica” para “recoger las memorias de la vida de Don Bosco”, se empeñaron en “escribir y leer juntos lo que será escrito para obtener la mayor exactitud posible” (así se lee en el acta redactada por don Miguel Rua). Entre ellos se encontraba un joven sacerdote de 28 años, que había sido nombrado recientemente por Don Bosco para organizar y dirigir el noviciado de la congregación salesiana, según las constituciones aprobadas oficialmente el año anterior. Se llamaba don Giulio Barberis, más conocido por haber sido el primer maestro de novicios de los Salesianos de Don Bosco, función que desempeñó durante veinticinco años. Más tarde fue inspector y después director espiritual de la congregación desde 1910 hasta su muerte en 1927.

Se implicó más que los demás en la “comisión histórica”, conservando recuerdos y testimonios de las actividades de Don Bosco y de la vida del Oratorio de Valdocco desde mayo de 1875 hasta junio de 1879, cuando abandonó Turín para trasladarse al nuevo emplazamiento del noviciado en San Benigno Canavese. Nos dejó una copiosa documentación que aún se conserva en el Archivo Central Salesiano, entre la que destacan por su importancia los quince cuadernos manuscritos que tituló Cronichetta. Muchos estudiosos y biógrafos de San Juan Bosco se han servido de ellos (empezando por don Lemoyne para sus Memorias biográficas), pero hasta ahora habían permanecido inéditos. El año pasado se publicó una edición crítica que pone a disposición de todos este importante y directo testimonio sobre Don Bosco y los inicios de la congregación que fundó.

Don Giulio Barberis, licenciado por la Universidad de Turín, era un hombre atento y preciso en su trabajo, y leyendo las páginas de su Cronichetta se puede ver con qué pasión y cuidado intentó completar también esta obra.
Desgraciadamente, con pesar y tristeza, señala en repetidas ocasiones que, bien por motivos de salud, bien por sus otros numerosos compromisos, tuvo que suspender la redacción de los cuadernos o limitarse a resumir o simplemente insinuar ciertos hechos. En un momento dado se ve obligado a escribir: “Qué suspensión tan dolorosa. Perdóname, querida Cronichetta: si te suspendo tantas veces y con suspensiones tan largas, no es que no te quiera por encima de cualquier otro trabajo, sino que es por necesidad, es decir, para cumplir primero con mis obligaciones, al menos en lo esencial” (Cuaderno XI, p. 36). Por tanto, no nos sorprende que la forma de sus anotaciones no sea siempre pulcra, con algunas frases mal construidas o algunas imprecisiones ortográficas; de hecho, esto no desmerece lo que nos ha transmitido.
Los cuadernos, en efecto, son una cantera de información con la ventaja de la inmediatez en comparación con otras narraciones posteriores, literariamente más cuidadas, pero necesariamente reelaboradas y reinterpretadas. En ellos encontramos testimonios de acontecimientos importantes, como la primera expedición misionera de 1875, cuya preparación, partida y los efectos se relatan con todo detalle.

Se describen las fiestas más importantes (por ejemplo, María Auxiliadora o el nacimiento de San Juan Bautista, onomástica de Don Bosco) y cómo se celebraban. Podemos conocer las actividades ordinarias y extraordinarias de Valdocco (la escuela, el teatro, la música, las visitas de diversas personalidades…): cómo se preparaban y gestionaban, qué funcionaba bien y qué había que mejorar, cómo se organizaban y trabajaban juntos los salesianos bajo la dirección de Don Bosco, sin ocultar algunos aspectos críticos. También hay pequeños aspectos de la vida cotidiana: la salud, la alimentación, la economía y muchos otros detalles. Sin embargo, de estas crónicas también emerge el espíritu que animó toda la obra: la pasión que sostenía el compromiso, a menudo abrumador, el afecto por Don Bosco tanto de los salesianos como de los muchachos, el estilo y las opciones educativas, el cuidado por el crecimiento de las vocaciones y la formación de los jóvenes salesianos. En un momento dado, el autor señala: “Oh, si así pudiéramos consumir toda nuestra vida hasta el último aliento en trabajar en la congregación para la mayor gloria de Dios, pero de tal manera que ni siquiera un soplo de nuestra vida tuviera otro fin” (Cuaderno VII, pág. 9).

La Cronichetta además presenta un retrato preciso de Don Bosco en sus años de madurez. El 15 de agosto de 1878 don Barberis escribió: “Cumpleaños de Don Bosco. Nació en el 1815, cumple 63 años. Se celebró una fiesta. Sirvió esta ocasión para repartir premios a los artesanos. Se imprimieron poemas como de costumbre y muchos se leyeron” (cuaderno XIII, p. 82). Muchos registros se detienen en las características de la personalidad del padre y maestro de los jóvenes, incluyendo ciertos aspectos que se han perdido en los relatos biográficos posteriores, como su interés por los descubrimientos arqueológicos y científicos de su época. Pero sobre todo aparece la total dedicación a su obra, en aquellos años en particular el empeño por consolidar la congregación salesiana y ampliar cada vez más su radio de acción con la fundación de nuevas casas en Italia y en el extranjero.

Sin embargo, resulta difícil resumir el riquísimo contenido de estos cuadernos. En la introducción al volumen se ha intentado identificar algunos núcleos temáticos que van desde la historia de la congregación salesiana y la vida de Don Bosco (hay varios pasajes en los que Barberis menciona “cosas antiguas del oratorio”) hasta el modelo de formación de Valdocco y los aspectos de gestión y organización. En la introducción se abordan también otras cuestiones relacionadas con el documento: el uso que se hace de él, con especial referencia a las Memorias Biográficas, el valor histórico que debe darse a la información, la finalidad para la que fue redactado y el lenguaje y el estilo utilizados. Respecto a este último punto, observamos cómo el autor, de acuerdo con lo que aprendió del propio Don Bosco, ha enriquecido su crónica con diálogos, episodios divertidos, “buenas noches” y sueños de Don Bosco, haciendo así que la lectura sea también interesante y agradable.

El volumen es también un testimonio más general del momento histórico en el que fue escrito, en particular del agitado periodo que siguió a la unificación italiana. En marzo de 1876 se produjo por primera vez un cambio de gobierno dirigido por el partido de la Izquierda histórica. En el octavo cuaderno de la Cronichetta del 6 de agosto de 1876 encontramos un registro de la recepción celebrada en el colegio salesiano de Lanzo con motivo de la inauguración del nuevo ferrocarril, en la que participaron varios ministros. La interacción de Don Bosco con los políticos y su interés por los asuntos de Italia y de otros estados está bien documentada y las notas históricas al final de cada cuaderno proporcionan información esencial. Incluso noticias de actualidad más específicas encuentran su lugar en los diversos registros, como el tendido de cables submarinos para el telégrafo eléctrico o algunas creencias sanitarias y médicas de la época.

Esta publicación es una edición crítica, por lo que se dirige principalmente a los estudiosos de la historia salesiana, pero también quienes deseen profundizar en ciertos aspectos de la persona del santo fundador de los salesianos y de su obra encontrarán un gran provecho en la lectura, que, superado el obstáculo del italiano del siglo XIX, resulta a menudo amena.

don Massimo SCHWARZEL, sdb