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El P. Nelson tiene 57 años y nació en la ciudad de Concepción el 11 de septiembre de 1965. Conoció a los salesianos en el Colegio Salesiano de Concepción, donde fue alumno y participó de los grupos juveniles y de las actividades pastorales.
Sus padres Fabriciano Moreno y María Mercedes Ruiz viven actualmente en la ciudad de Concepción.
Realizó toda su formación inicial en la ciudad de Santiago. Hizo la Profesión Perpetua el 08 de agosto de 1992 en Santiago (La Florida). Fue ordenado sacerdote el 06 de agosto de 1994 en Santiago. Sus primeros años de sacerdote los vivió en la presencia salesiana del Colegio San José de Punta Arenas y en el colegio salesiano de Concepción, donde trabajó en la pastoral. Del 2001 al 2006 fue director de la presencia salesiana de Puerto Natales y del 2006 al 2012 director de la presencia salesiana de Puerto Montt.
Entre los años 2012 y 2017 asumió el servicio de ecónomo inspectorial, a la vez que director de la casa inspectorial. En el año 2018 fue director de la presencia salesiana de la Gratitud Nacional en el centro de la ciudad de Santiago y desde el 2019 director la obra de Puerto Montt donde se encuentra en este momento.
El P. Moreno Ruiz sucede al P. Carlo Lira Airola, que concluyó su mandato de seis años en enero de 2024.



¿Puedes hacernos una auto presentación?
Soy un salesiano agradecido de la vida, que en la vocación religiosa salesiana he encontrado la presencia de Dios en los jóvenes, a quienes sirvo y acompaño como educador pastor.
Soy, el padre Nelson Moreno Ruiz, provincial de la inspectoría chilena. He sido llamado a este servicio de animación por el Rector Mayor Obispo y Cardenal don Ángel Fernández Artime, asumiendo esta responsabilidad desde el mes de enero de este año.
He conocido a los salesianos desde temprana edad al ingresar al colegio salesiano de la ciudad de Concepción, que es la primera obra en nuestro país, donde llegaron los misioneros enviados por don Bosco, pasan desde Argentina a Chile en el año 1887.
En este ambiente escolar salesiano fui creciendo entorno a la propuesta educativa pastoral que ofrecía el colegio; encuentros deportivos, actividades pastorales de misiones y acción social de servicio muchas, todo esto, fue hacinado eco en mi vida de joven, importante también fue, ver y conocer a los salesianos en el patio de la escuela y con estas experiencias se fue gestando mi vocación y con el tiempo me sentí llamado a seguir los pasos de don Bosco como salesiano.
Mi grupo familiar lo componen mis padres, hoy adultos de la tercera edad, mi padre Fabriciano de 93 años y madre de 83 años de edad, mis 4 hermanos, lo tres varones estudiamos en el colegio salesiano y mi hermana mayor, que tuvo muchas veces la tarea de cuidarnos. Somos una familia relativamente pequeña que ser complementan con cuatro sobrinos, que hoy ya son jóvenes profesionales.
Como salesiano realice mi primera profesión religiosa el 31 de enero del 1987, de modo que ya tengo 37 años de Vida Religiosa, y fui ordenado sacerdote el 06 de agosto de 1994. En mi vida religiosa me ha tocado animar algunas comunidades como director de obra, además de desempeñar el servicio como ecónomo provincial antes de ser provincial.
Considero que una de mis características, es estar atento a prestar un buen servicio donde el Señor lo quiera, es así, que he dedicado tiempo a prepararme y a estudiar para la misión. Después de egresar de la Enseñanza Media en el colegio salesiano de Concepción, ingrese a la Congregación donde realice los estudios de Filosofía en la Congregación, luego la Licenciatura en Teología en la Pontificia Universidad Católica de Chile, Pedagogía en Religión y Licenciatura en Educación en Gestión Escolar en la Universidad Católica Raúl Silva Henríquez; posteriormente realice el Magister en Gestión educativa en la Universidad de Concepción de Chile, y el Magíster en Calidad y Excelencia Educativa en la Universidad de Santiago de Compostela en España y el doctorado en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, España.
Y en estos momentos, con humildad y sencillez, sirvo a mi Provincia, en los hermanos y en la animación de las obras.

¿Con qué soñabas de niño?
De niño, junto a mis hermanos y amigos tuve una infancia muy normal y feliz, me gustaba mucho hacer deportes, practicaba en forma regular futbol en un club del sector y esto me llevo a ilusionarme en dedicarme al deporte en mi futuro, lo que más me agradaba, era el compartir y tener amigos y esto me lo ofrecía el deporte.
Cuando me incorpore al colegio y me integre a las diversas actividades de pastoral, me di cuenta de que también me gustaba mucho enseñar a niños y jóvenes con los cuales tenía contacto en estas actividades pastorales. El tema educativo y pedagógico, me hacía mucho sentido, y se fue haciendo parte de mi proyecto de vida, ya que lo veía como un sueño posible de realizar.
Estas inquietudes, se mezclaron con mi inclinación por estudiar algo relacionado con el área de la salud, esta motivación estaba muy presente, ya que en mi familia algunos ejercían profesiones en esta área.
Veo como el hilo conductor de estas inclinaciones que sentí desde niño hasta mi adolescencia, estaban siempre orientadas al trabajo con personas, estar al servicio de ellas, y ser útil para ellos, sirviéndoles, enseñándoles, acompañándolos.

¿Cuál es la historia de tu vocación?
Mi historia vocacional, sin duda, se inicia en mi familia, provengo de un hogar donde se vivía la fe, a través de la devoción a san Sebastián y santa Rita de Casia, y fueron mis padres quienes nos inculcaron la fe, al permitirnos recibir el sacramento del bautismo y la Confirmación. Mi vocación comienza en torno al hogar, en forma muy sencilla, con sentido de Dios que se percibía en forma natural y sin grandes prácticas religiosas, pero con un profundo sentido de gratitud a Dios en lo cotidiano del día a día.
Ya en el colegio salesiano de Concepción, descubro un mundo nuevo, pues era un colegio enorme y de gran prestigio en la ciudad. Al llegar me sentí de inmediato acogido, y motivado a participar en las propuestas que tenía para sus estudiantes, sobre todo las actividades pastorales, en las que me integro paulatinamente, además del deporte que era parte importante para mí en esa edad.
Cuando estaba estudiando en el colegio salesiano, me llamaron mucho la atención todas las actividades pastorales y en el último año de la primaria, tuve la posibilidad de participar como monitor, en las “Colonias de verano – Villa Feliz”, donde descubrí que podía ser útil y entregar algo a los niños más pobres, desde ese momento asumí el compromiso de seguir en ese camino de servicio, el que me daba mucho sentido a mis inquietudes de adolescente.

Fue en los grupos juveniles donde se va definiendo más la vocación a la vida religiosa, me incorporo en la Pastoral sacramental, siendo monitor de Confirmación donde reafirmo el llamado a servir.
Toda esta vida pastor, me dan la posibilidad de conocer y compartir con salesianos que, con su testimonio y cercanía, me van presentando una propuesta vocacional que me llama la atención, ya que fueron testimonios hermosos de servicio cercano a los jóvenes, esto es ya el germen de mi vocación religiosa, lo que me da el impulso para decidirme a ingresar a la Congregación, inicio del camino vocacional en el llamado que el Señor me hace, donde llevo ya, 30 años como sacerdote salesiano, acompañado por el lema que elegí para mi ordenación sacerdotal: “Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero” (Jn. 21,17),

¿Por qué salesiano?
¿Por qué Salesiano? Porque fue en un colegio de la Congregación donde estudie, donde me forme, donde fui creciendo, se fueron formando mis convicciones, certezas y mi proyecto de vida.
Con los salesianos, a través de las actividades pastoral, conocí la misión de la Iglesia con mayor profundidad, todo este ambiente le daba pleno sentido a mi vida, confirmando que el carisma de la alegría, de los jóvenes y de la educación, era el camino que el Señor me presentaba, en el que participaba activamente, porque respondía a mis inquietudes y anhelos, y me hacía feliz, no había posibilidad de otra respuesta, porque los salesianos eran lo que cubría todo lo que buscaba y anhelaba y a quienes conocí desde mi niñez.
En mi formación, tuve contacto con otras congregaciones y carismas, lo que me ayudó a confirmar, aún más, que la espiritualidad salesiana, era mi estilo, lo que cubría el sentido en lo que quería hacer; la vida de don Bosco, el trabajo con los jóvenes, el trabajo pastoral, todo, fruto de la experiencia que realice con ellos, donde me forme, donde preste servicio y donde se formó y consolido mi vocación.
El Señor me regalo conocer a don Bosco y la espiritualidad salesiana, era la propuesta que él me invitaba a seguir y yo la tomé, aquí consagré mi vida, y hasta el día de hoy siento que mi vocación de salesiano me hace ser todo lo que soy.

¿Cómo reaccionó tu familia?
Una vez que tome la decisión de dar el paso de ingresar a los salesianos, se lo comunicó a la familia, especialmente a mis padres, ellos se sorprendieron y fue la mamá la que primero me entendió, me apoyo y acompaño, invitándome a dar ese paso.
El papá, inquieto preguntó; si estaba realmente seguro, si era lo que realmente quería, lo que me hacía feliz y si era mi camino, a todas estas preguntas respondí que sí. El, ratificando que si era lo que quería y estaba dispuesto a ver si era realmente mi futuro, y dejando en claro que siempre podía contar con ellos y que no olvidara que siempre tendría mi casa, ante la eventualidad de que no fuera mi camino, me dice que cuente con todo su apoyo.
Sentir tan claramente el apoyo de mis padres fue muy bonito, me dio mucha alegría y tranquilidad, ya que iniciaba un camino sin tener la certeza de que realmente era el camino para un joven que recién iniciaba su proceso.
Mis hermanos, también se sorprendieron, porque yo tenía una vida muy natural, ligada al deporte, con amigos y amigas, pero cuando se aseguraron que de verdad quería seguir el llamado del Señor me estaba haciendo, me apoyaron.
Siempre me sentí muy acompañado y respaldado por mis padres y hermanos, lo que me dio mucha tranquilidad para iniciar los procesos de formación, hasta el día de hoy, cuento con ellos, sé que me acompañan con el cariño hecho oración.

¿Cuáles son las necesidades locales y juveniles más urgentes?
En el Chile actual, la cantidad de población de 0 a 17 años es de 4.259.115 habitantes, lo que significa que es el 24% del total de la población del país. Y los salesianos nos dedicamos especialmente a la educación formal de este segmento de la población. Tenemos 22 colegios, donde estudian los niños y jóvenes de 4 a 19 años, siendo un total de 31 mil estudiantes que se educan en nuestras obras. Hoy es la red escolar más grande del país que ofrece este servicio a la juventud.
A esto se suma una Universidad, que atiende aproximadamente a 7 mil estudiantes, y la Fundación don Bosco, dedicada a acoger y acompañar a niños en situación de calle, el segmento más vulnerable de entre ellos, que atiende a más de 7 mil niños y jóvenes.
Las necesidades más urgentes, que viven y padecen nuestros jóvenes es que, están muy expuestos al consumo de alcohol y droga, como también al uso indiscriminado de la tecnología, esto junto a la soledad que viven por la desintegración de las familias, los lleva muchas veces a padecer situaciones de “salud mental”, de depresión, ansiedad, angustia y crisis de pánico u otros similares.
Esta realidad, nos apremia, impulsándonos a buscar con ahínco, acompañarlos en su búsqueda de sentido, bienestar emocional y estabilidad afectiva, todas necesidades básicas del ser humano, mucho más de quienes están en desarrollo y crecimiento. Además de buscar entregarles los valores cristianos y que paso a paso vayan comprometiéndose a vivir su fe dentro de comunidades juveniles y en la Iglesia chilena, así también como entregar la educación necesaria para insertarse en la sociedad.
Son los jóvenes la porción preferida de don Bosco, y a ellos, nos debemos, por lo que en ese empeño estamos, entregarles, educación y herramientas para que lleguen a ser, “Buenos cristianos y honestos ciudadanos”.

¿Cuáles son las obras más significativas de tu zona?
La Inspectoría chilena, tiene una variada propuesta de obras que atiende; Parroquias, Centros Pastorales juveniles, Centros de acogida, colegios y Universidad. Pero la propuesta pastoral se ha centrado fundamentalmente en la Educación formal en colegios, que imparten educación desde pre escolar – 4 años – a la enseñanza media – 19 años.
La educación chilena, permite dar formación tanto para preparar a los jóvenes al ingreso a la Educación superior, universidades, como impartir educación Técnico Profesional, en la que los estudiantes egresan con un título técnico en alguna carrera que ellos hayan elegido.
Podemos decir que la educación Técnico Profesional, es una de las obras más significativas que tenemos, porque constituye una real promoción de los jóvenes, permitiéndoles insertarse en el mundo laboral con un título técnico que si bien es cierto no lo es todo, les facilita la posibilidad de colaborar con sus familias, y muchas veces financiar su continuidad de estudios superiores.
Destaco, igualmente, la obra que llevamos adelante en la “Fundación don Bosco”, la que atiende a niños en situación de calle, que no cuentan o no tienen familia, realizando con ellos una labor de contención, rehabilitación y promoción e inserción social, logrando – como lo hacía don Bosco – niños y jóvenes evangelizados y con valores.

¿Os comunicáis en revistas, blogs, Facebook u otros medios?
Los medios de comunicación social, son hoy, muy importantes y de gran ayuda para llegar a muchos jóvenes y adultos. Regularmente, me comunico con la Familia salesiana, a través de la Revista del Boletín Salesiano, el blog del “Ágora”‘, los sitios oficiales de la Provincia, página Web e Instagram.

¿Cuáles son los ámbitos más relevantes?
De la misión que me toca realizar hoy en la Inspectoría, creo que lo más relevante es acompañar y animar la vida de mis hermanos, especialmente de aquellos con los que trabajo y comparto la responsabilidad de la Inspectoría como consejeros, y a los hermanos que tienen la responsabilidad de animar y acompañar a los hermanos siendo directores de las comunidades y obras. En definitiva, la prioridad es acompañar a mis hermanos salesianos.
Igualmente, me parece relevante, la tarea de animar la vida de la Familia Salesiana, tarea importante, animando en la fidelidad al carisma, todos los que somos parte de ella; Salesianos consagrados, Hijas de María Auxiliadora, Salesianos Cooperadores, Voluntarias de don Bosco, Asociación de María Auxiliadora y otros.
No podemos dejar de mencionar como tarea relevante, la de animar la vida de los jóvenes, a través de la Pastoral juvenil, las asociaciones y los diferentes grupos de puedan existir al alero del carisma salesiano, dando un lugar importante de entre ellos, a la pastoral vocacional, y aquellos jóvenes que sienten la inquietud por responder al llamado del Señor en nuestra Congregación.

¿Cómo ves el futuro?
Ante una sociedad sedienta de sentido de lo que es y hace, me parece que los salesianos estamos llamados a dar respuesta a esas búsquedas y dar sentido a lo que uno está realizando, dar sentido a la vida, especialmente de los jóvenes.
Nos toca realizar una tarea que es fundamental, que es la de educar a los jóvenes y quien educa y trabaja con ellos, ciertamente tiene que ser portador de sueños y esperanza.
El mundo está en constante proceso de construcción, y nos toca precisamente a los salesianos contribuir; con nuestra vida, acciones y misión, a su construcción, a través de la educación de los jóvenes del hoy, para que sabiéndose amados, valiosos, capaces y sacando lo mejor de ellos, puedan darles sentido a sus vidas y ser constructores de esperanza en sus familias y sociedad.

¿Tienes algún mensaje para la Familia Salesiana?
El mensaje que puedo compartir con toda la Familia Salesiana, en primer lugar, es que; somos depositarios y portadores de un regalo, de un don que Dios da a la Iglesia, que es el Carisma Salesiano, don y tarea para cada uno de nosotros.
Este año, el Cardenal y rector mayor de la Congregación, padre Ángel Fernández Artime, nos invita a soñar, a imitación de nuestro padre Don Bosco, un padre soñador. Don Bosco soñó cosas que parecían imposibles, sin embargo, su gran confianza en María Auxiliadora y su trabajo perseverante y tenaz, lo llevaron a ser sus sueños realidad. Nosotros también, dignos hijos de este padre, estamos llamados a soñar y sumar a los jóvenes a estos sueños, que no son otros que querer para ellos un mundo mejor, donde se inserten construyendo una sociedad más amable y sensible a los valores humanos y cristianos, junto a ellos queremos contribuir y llegar a ser buenos cristianos y honestos ciudadanos, sintiéndonos profundamente amados por Dios.