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El 13 de enero de 1924, con un decreto real, se erigió el Instituto Salesiano para las Misiones como entidad moral, por iniciativa del Rector Mayor, el Beato Filippo Rinaldi, que quería apoyar las actividades misioneras. El Instituto continúa hoy su labor en favor de numerosas misiones en todo el mundo.

En los años veinte, las misiones salesianas iban en aumento, alimentadas por las cartas de los misioneros que se presentaban constantemente en el Boletín Salesiano, por la efervescencia producida en aquellos años por los nuevos descubrimientos geográficos y culturales, y por las numerosas personas que, emigrando lejos de su patria en busca de una vida mejor, enviaban noticias a los que se habían quedado en casa. Una serie de acontecimientos vinieron a reforzar la atención prestada a las misiones.

En 1922, para la formación de los futuros misioneros, don Rinaldi había fundado en Ivrea el Instituto Cardenal Cagliero, que sólo un año después de su creación ya contaba con ciento sesenta candidatos. Este instituto fue reconocido por la Sagrada Congregación de Propaganda Fide el 30 de abril de 1924 con un decreto en el que se erigía canónicamente al Instituto Cardenal Cagliero en seminario para aspirantes a las Misiones Salesianas, se le declaraba “dependiente de ella y partícipe de todos los derechos y privilegios de que gozan los Institutos similares” y se sancionaba y comunicaba su estatuto.

Este creciente interés llevó en 1923 al Rector Mayor Felipe Rinaldi a fundar una revista llamada “Juventud Misionera” con el fin de animar y cultivar el trabajo por las misiones entre las nuevas generaciones. En el primer número leemos: “La Juventud Misionera cuenta, pues, con vuestra propaganda activa [para dar a conocer la actividad de los misioneros]. Y espera aún más de todos vosotros: espera encontrar en vosotros a los misioneros de los…. misioneros. Lanzará frecuentes y continuos llamamientos a vuestros buenos corazones para que seáis celosos apóstoles de una idea: las Misiones”.

El 9 de noviembre de 1923, el rey de Italia, Víctor Manuel III, firmó un decreto sobre la dispensa provisional del servicio militar obligatorio para los jóvenes que se preparaban para ir a las misiones, o para los que ya eran misioneros. Este cambio favoreció e impulsó la preparación de misioneros, hasta el punto de que la Congregación Salesiana estableció un número de 31 institutos religiosos que preparaban a los jóvenes para las misiones: 15 en Italia y el resto en el extranjero.

En junio de 1924, el Rector Mayor, don Felipe Rinaldi, escribió a los Salesianos sobre las misiones:
“Y, admirablemente, los mismos jóvenes de muchos de nuestros colegios, internados, pensionados y, sobre todo, oratorios festivos, se han convertido ya en fervientes apóstoles, suscitando y manteniendo viva entre sus compañeros una noble competición de privaciones y mortificaciones espontáneas en beneficio de nuestras Misiones; de loterías, obras de teatro y otras diversiones con el mismo fin; de cartas a padres, hermanos, conocidos y amigos para obtener algunas ofrendas, o para inducirles a inscribirse entre los Cooperadores o a suscribirse a la querida revista Juventud Misionera. Y no pocas veces ocurre que, a fuerza de mendigar para las Misiones, algunos jóvenes acaban dándose también ellos mismos, convirtiéndose en misioneros salesianos”.

En 1925 se proyectó una nueva Exposición Misionera Mundial que se celebraría en el Vaticano, en la que también participarían los Salesianos, y la inauguración solemne, presidida por el Santo Padre Pío XI, estaba prevista para diciembre de 1924. Un impulso adicional llevó a don Felipe Rinaldi a confiar la tarea de las misiones (hasta entonces reservada a él mismo) al Prefecto General, P. Pedro Ricaldone, que debía seguir los preparativos. Dijo al respecto: “El artículo 62 de nuestro Reglamento dice: El cuidado de las Misiones se confía a uno de los Superiores Capitulares, delegado para ello por el Rector Mayor. Haciendo uso de esta facultad, delego esto en el R.mo D. Pedro Ricaldone, Prefecto General. Él ya está relacionado con nuestros misioneros a través de otras atribuciones, por lo que me parece el más adecuado por razones de sencillez. Puesto que es él quien ocupa el lugar del Rector Mayor, esta delegación no disminuye el contacto que deseo mantener con mis queridos misioneros, tan distantes y a veces expuestos a peligros y sorpresas tan graves”.

Cuando Don Bosco terminó su vida terrena, los misioneros salesianos estaban presentes en cinco países de América Latina, en número de unos 150, entre los 773 salesianos de toda la Congregación. Su número creció tanto que, en 1925, unos 3.000 Salesianos habían partido para las misiones. Un número tan grande de misioneros, con un gran número también de obras misioneras, por no hablar de los beneficiarios de las misiones, requería una enorme organización, tanto en la preparación de estos generosos Salesianos como en recursos materiales.

También se estaban haciendo preparativos para celebrar el 50 aniversario de la primera Expedición Misionera (1875-1925). Sobre esto, el Boletín Salesiano de junio de 1924 escribía:
“Acercándonos al Cincuentenario de las Misiones Salesianas (1875-1925), recomendamos a todos la celebración de las Jornadas Misioneras en favor de las Misiones Salesianas, con el fin de difundir su conocimiento y sus necesidades, y de lograr una mayor simpatía hacia ellas, para que alcancen el apoyo que necesitan diariamente.
Pero las Jornadas Misioneras no pueden reunir de repente esa ayuda que se necesita. “Nuestros Misioneros, por ejemplo, piden con insistencia diaria -no sólo ropa blanca y objetos para el ejercicio del sagrado ministerio-, sino también, y sobre todo, telas, ropas, calzados, para vestir a los pequeños alumnos de los numerosos Orfanatos y a los demás neófitos, y medicinas y mil cosas más necesarias para asistir fraternalmente e iniciar a los nuevos cristianos en la vida civil”.

Para ello, fue necesario fundar un organismo jurídico, el Instituto Salesiano de Misiones, para atender las necesidades misioneras. Su escritura de constitución fue registrada ya el 18 de octubre de 1922 en el registro notarial de Moncalieri (hoy municipio del área metropolitana de Turín), por el P. Rinaldi, Rector Mayor, y algunos de sus colaboradores. Fue un acto de nacimiento de una entidad que reflejaba el creciente interés por las misiones salesianas. En 1924 fue reconocida civilmente como entidad sin ánimo de lucro, con el Real Decreto nº 22 de 13.01.1924.

A lo largo de un siglo, el Instituto de Misiones Salesianas ha actuado como intermediario entre los bienhechores y los beneficiarios de las misiones. Un bien incalculable ha sido realizado por tantas personas -muchas veces de forma oculta- que han querido participar en esta noble actividad y que con seguridad serán copiosamente recompensadas por Dios. Don Bosco sostenía que la generosidad de los bienhechores es siempre redimida por Dios, y no sólo en la vida eterna.

La tarea del Instituto Salesiano para las Misiones, que comenzó hace cien años, no se ha detenido porque las necesidades no han cesado. Continúa hoy porque la educación de los jóvenes, especialmente de los más pobres, es una misión permanente. Siempre hay necesidad de benefactores porque Dios quiere que todos participen en su obra salvadora. Depende de cada uno si quiere ser cooperador de Dios. Y si alguien lo desea, puede hacerlo poniéndose en contacto con este instituto en los datos de contacto que se indican a continuación.


Instituto Salesiano de Misiones
Via Maria Ausiliatrice, 32
10152 Turín
CF 00155220494
tel. +39 011.5224.248
istitutomissioni@sdb.org
istitutosalesianoperlemissioni@pec.it