La experiencia de Rodgers Chabala, un joven misionero zambiano en Nigeria, a partir del redescubrimiento de Don Bosco al visitar sus lugares.
El joven salesiano Rodgers Chabala forma parte de la nueva generación de misioneros, según el paradigma renovado que va más allá de las fronteras geográficas o de los preceptos culturales: desde Zambia fue enviado como misionero a Nigeria. El curso misionero que vivió el pasado mes de septiembre fue un momento fuerte para él, sobre todo la atmósfera que se respiraba en los lugares de Don Bosco: una verdadera experiencia espiritual.

Don Bosco comenzó su labor con sus propios muchachos, al darse cuenta de que nadie se ocupaba de las almas de estos jóvenes piamonteses, que a menudo acababan en la cárcel por robo, contrabando u otros delitos. Si estos jóvenes hubieran tenido un amigo de confianza, alguien que les instruyera y les diera un buen ejemplo, no habrían acabado allí y por eso Don Bosco les fue enviado por Dios. Podemos decir que todo empezó con el sueño de los nueve años, que Don Bosco fue comprendiendo con el tiempo, gracias a la ayuda de muchas personas que le ayudaron a discernir. Su deseo pastoral de cuidar de las almas de los jóvenes llegó a todo el mundo gracias a los misioneros salesianos, empezando por aquel grupo de once enviados a la Patagonia argentina en 1875. En un principio, Don Bosco no tenía una clara intención de enviar misioneros, pero con el tiempo Dios purificó este deseo y permitió que el carisma salesiano se extendiera por todos los rincones de nuestra Tierra.
La vocación misionera salesiana es una “vocación dentro de la vocación”, una llamada a la vida misionera dentro de la propia vocación salesiana. Desde el principio, Rodgers sintió un fuerte deseo misionero, pero no fue fácil hacer comprender a los demás cuáles eran sus motivaciones. En el momento de su aspiración, cuando aún desconocía la vida salesiana, quedó muy impresionado por el testimonio de un misionero polaco y comenzó a reflexionar y a luchar consigo mismo para descifrar las intenciones de su propio corazón. Cuando el misionero preguntó “¿quién quiere ser misionero?”, Rodgers no dudó e inició el camino del discernimiento, partiendo de la respuesta del salesiano polaco de empezar por amar a su propio país. Obviamente, empezaron a surgir muchos retos y no faltaron momentos de desánimo. Al igual que para Don Bosco, para Rodgers la ayuda y la mediación de muchas personas era esencial para distinguir la voz de Dios de otras influencias y purificar las propias intenciones. Dios habla a través de la gente, el discernimiento no es meramente un proceso individual, siempre tiene una dimensión comunitaria.
El pasado mes de septiembre, Rodgers asistió al curso de formación para nuevos misioneros, que precede al envío oficial por parte del Rector Mayor. Al llegar unos días después que los demás, se reencontró, después de varios años, con algunos de sus compañeros de noviciado y con su antiguo director del estudiantado de filosofía. Se unió al grupo y enseguida notó un ambiente especial, caras sonrientes y verdadera alegría. Las reflexiones sobre la interculturalidad y otras ideas aportadas por el Sector Misiones fueron herramientas útiles para preparar la salida misionera. Durante el curso, los participantes tuvieron la oportunidad de visitar los lugares de Don Bosco, primero el Colle Don Bosco y después Valdocco. El P. Alfred Maravilla, Consejero General para las Misiones, preguntó a los recién nombrados misioneros: “¿Qué efecto tienen en su vida estas visitas a los lugares santos de Don Bosco?”. Cuando uno lee sobre la vida de Don Bosco en los libros, pueden surgir dudas e incluso mostrarse escéptico, pero ver esos lugares con los propios ojos y respirar la atmósfera de Don Bosco recorriendo su historia es algo que difícilmente se puede contar. Además de la memoria histórica de lo sucedido a Don Bosco, Domingo Savio y Mamá Margarita, estos lugares tienen la capacidad de revigorizar el carisma salesiano y hacer reflexionar sobre la propia vocación. La sencillez y el espíritu de familia de Don Bosco muestran cómo la pobreza no es un obstáculo para la santidad y la realización del Reino de Dios. Al hablar de Don Bosco a menudo corremos el riesgo de omitir la parte mística, concentrándonos únicamente en las actividades y las obras. Don Bosco fue verdaderamente un místico de espíritu, que cultivó una relación íntima con el Señor.
Así llegamos al 25 de septiembre de 2022: Don Ángel Fernández Artime, el Don Bosco de hoy, preside la misa con los salesianos de la 153ª expedición misionera SDB y las religiosas de la 145ª expedición FMA, en la Basílica de María Auxiliadora, en Valdocco. Rodgers recuerda haber conocido, unos días antes, a su nuevo superior de la provincia de ANN (Nigeria-Níger), y haber sentido el peso de la responsabilidad por la elección misionera que había hecho. Durante la misa, dice Rodgers, “recibí la cruz misionera y el deseo de ser misionero se actualizó en gran medida”.
“La vocación misionera es una hermosa vocación, una vez que se ha completado cuidadosamente el camino del discernimiento. Requiere una apertura de espíritu para apreciar el modo de vida de otros pueblos. Recemos, pues, por todos los misioneros del mundo y por los que están discerniendo la vocación misionera, para que Dios les guíe e inspire en sus vidas”.

Proporcionado por,
Marco Fulgaro