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Las misiones salesianas en el extranjero, una de las características de la Congregación fundada por San Juan Bosco, iniciadas durante su vida, continúan, aunque los conceptos de misión y de misioneros han cambiado debido a las necesidades de los tiempos.


Hoy nos encontramos en un contexto diferente al de los proyectos misioneros que extendieron la Congregación por América (1875), Asia (1906) y África (1980). Nuevas perspectivas e interrogantes han traído nuevas reflexiones misionológicas. Urge una visión renovada de las misiones salesianas.

En muchos países, incluso en los de antigua tradición cristiana, existen núcleos urbanos, o barrios, donde viven personas que no conocen a Jesús, otras que, después de conocerlo, lo han abandonado, u otras que viven su fe como una tradición cultural. Por tanto, hoy “las misiones” no pueden entenderse sólo en términos geográficos, de movimiento hacia “tierras de misión” como en el pasado, sino también en términos sociológicos, culturales e incluso digitales. Hoy las “misiones” se encuentran allí donde existe la necesidad de proclamar el Evangelio. Y los misioneros proceden y son enviados a los cinco continentes.

Los misioneros salesianos colaboran con la Iglesia en el cumplimiento de su misión de evangelizar (Mt 28,19-20). Anunciar el Evangelio, especialmente a los jóvenes, es la principal tarea misionera de todo salesiano. Las iniciativas salesianas para la promoción humana, motivadas por una fe profunda, son un Primer Anuncio de Jesucristo. Como educadores-pastores, cada salesiano aprecia los “rayos de la Verdad” en las culturas y otras religiones. En contextos donde el nombre de Jesús ni siquiera puede ser mencionado, lo proclamamos con el testimonio de vida salesiano personal y comunitario. Es la intencionalidad en la promoción del Primer Anuncio lo que puede ayudarnos a superar el peligro de ser vistos como proveedores de servicios sociales o trabajadores sociales en lugar de testigos de la primacía de Dios y proclamadores del Evangelio.

Los jóvenes misioneros salesianos de hoy aportan un nuevo paradigma de las misiones y un modelo renovado de misioneros: el misionero salesiano no es sólo el que da, el que lleva proyectos y quizás recauda dinero, sino sobre todo el que vive con su gente, el que da gran importancia a las relaciones interpersonales; no sólo enseña, sino sobre todo aprende de la gente a la que sirve, que no es sólo receptora pasiva de sus esfuerzos. De hecho, no es el hacer lo que cuenta, sino el ser, que se convierte en un anuncio autorizado de Jesucristo.

¿Sigue habiendo misioneros salesianos que ofrecen su vida por el testimonio de Jesús? Sí, y ya no vienen de Europa como antes, sino que vienen de todo el mundo y van por todo el mundo. Presentamos a algunos jóvenes misioneros que han respondido a la llamada divina.

Hablamos del malgache François Tonga, de 28 años, que fue como misionero a Albania para dar testimonio de su identidad religiosa cristiana y salesiana. Su tarea como aprendiz en la casa salesiana de la capital, Tirana, consiste en coordinar las clases escolares de más de 800 niños. No es un reto menor aprender la lengua y comprender la cultura albanesa, dar testimonio en un contexto mayoritariamente musulmán, aunque – gracias a Dios – no se vive en una situación de choque entre religiones, sino de respeto mutuo. Es un testimonio hecho de presencia y asistencia entre los niños pobres y marginados, y de oración por los jóvenes que encuentran cada día. Y la respuesta no se hace esperar: jóvenes, padres y colaboradores ayudan y ofrecen una buena acogida.

Este es también el caso de otro joven de 28 años, Joël Komlan Attisso, togolés de origen, que aceptó ser enviado como misionero en prácticas a la Escuela Secundaria Técnica Don Bosco de Kokopo, en la provincia de Nueva Bretaña Oriental, en Papúa Nueva Guinea. La misión, con la gracia de Dios, de ser llamado y enviado para servir a todos – y especialmente a los jóvenes – ya da sus frutos: se intercambia acogida, apertura, ayuda y amor, aunque se pertenezca a realidades culturales diferentes. Esto me trae a la memoria el sueño de Don Bosco sobre Oceanía, cuando vio una multitud de jóvenes que decían: “¡Venid en nuestra ayuda! ¿Por qué no hacéis la obra que empezaron vuestros padres?”. […] Me parece que todo esto junto indicaba que la divina Providencia estaba ofreciendo una porción del campo evangélico a los Salesianos, pero en un tiempo futuro. Sus trabajos darán fruto, porque la mano del Señor estará constantemente con ellos, si no demeritan su favor”.

Hablamos también del vietnamita Joseph Thuan Thien Truc Tran, de 30 años, coadjutor salesiano, licenciado en informática, enviado a Juba, en Sudán del Sur, donde no faltan compromisos: tres escuelas primarias, una secundaria, una escuela técnica, una parroquia, un campo de desplazados y un prenoviciado, en total, un complejo de unos 5000 alumnos. Atraído por el testimonio de un salesiano que trabajó como médico en Sudán, el P. John Lee Tae Seok decidió dar su “sí” de total disponibilidad para ser enviado a la misión indicada por sus superiores, confiando exclusivamente en la fe y en la gracia de Dios, tan necesarias en uno de los países considerados entre los más peligrosos del mundo.

Otro joven salesiano en formación que ha dado su disponibilidad para las misiones es Rolphe Paterne Mouanga, de la República del Congo (Congo-Brazzaville o antiguo Congo francés). Destinado a la casa salesiana “Don Bosco Central”di Santa Cruz, Bolivia, en un trabajo que incluye oratorio, escuela primaria, secundaria y parroquia, es uno de los dos primeros misioneros de África en este país, junto con su compatriota David Eyenga. Sus orígenes africanos le ayudan a familiarizarse con los jóvenes, que se muestran intrigados e interesados por conocerle, y esta relación se refuerza a través del deporte, al que es muy aficionado. La diversidad cultural de Bolivia es un verdadero reto, porque no se trata sólo de integrarse en la cultura local, sino también de ser flexible para adaptarse a cada situación. Sin embargo, la apertura, la aceptación, la cooperación y el compartir de los jóvenes y compañeros de trabajo le ayudan en este empeño. Quiere mostrarse abierto y dispuesto a integrarse con lo que ahora considera “su gente”.

El otro compatriota de Rolphe, David Eyenga, también fue enviado a Bolivia, pero a la casa salesiana de Kami, en Cochabamba: una presencia salesiana compleja que incluye una escuela técnica agrícola, una parroquia, una obra de asistencia y promoción social, un internado e incluso una emisora de radio. Las diferencias culturales también se dejan sentir con fuerza en esta zona, en la forma de relacionarse con los demás, especialmente en lo que se refiere a la hospitalidad, las comidas, las danzas y otras tradiciones locales. Esto requiere mucha paciencia para poder relacionarse con la mentalidad local. Se espera y se reza para que la presencia de los misioneros sea también un estímulo para las vocaciones locales.

Emmanuel Jeremia Mganda, un joven de 30 años de Zanzibar, Tanzania, es otro joven que ha escuchado la invitación de Dios a la misión. Fue enviado a la Amazonia brasileña, entre los yanomami, una tribu indígena que vive en comunidades de Maturacá. Sus tareas educativas en el oratorio y la actividad religiosa le enriquecieron pastoral y espiritualmente. La acogida que recibió, que se manifiesta también en el nombre que le dieron, “YanomamiInshiInshi” (Yanomami negro), le hizo sentirse como uno de ellos, le ayudó mucho a integrarse, a comprender y a compartir el amor por la Creación y la protección de este bien de Dios.

¿Hay esperanza de que las misiones iniciadas por Don Bosco, hace casi 150 años, continúen? ¿Que el sueño de Don Bosco – o mejor dicho – que los sueños de Don Bosco se hagan realidad? Sólo hay una respuesta: la voluntad divina no puede fallar, basta con que los salesianos renuncien a sus comodidades y confort y estén dispuestos a escuchar la llamada divina.

P. Alfred MARAVILLA
Concejero de las Misiones de los Salesianos de Don Bosco.