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(continuación del artículo anterior)

5. Después de todo, ¿puedo hacerlo solo?

Queridos jóvenes,
he aprendido de primera mano lo importante que es tener una guía espiritual en la vida.
En 1586, cuando tenía 19 años, experimenté una de las mayores crisis de mi vida e intenté resolverla por mi cuenta, pero con poco éxito. A partir de esta experiencia me di cuenta de que el “hazlo tu mismo” no es posible en la vida espiritual, porque en el corazón humano se juegan constantemente fuertes tensiones entre el amor a Dios y el amor a uno mismo, y que son difíciles de resolver sin la ayuda de una persona que te acompañe en el camino.
Por eso, una vez que llegué a Padua para proseguir mis estudios universitarios, mi primera preocupación fue encontrar un buen guía espiritual con el que pudiera elaborar un programa de vida personal y tomarme así en serio mi camino de crecimiento.
Aquí experimenté que el perfeccionismo y el voluntarismo no pueden ser los elementos que hagan caminar en una vida plena, sino sólo la aceptación de la propia fragilidad entregada por completo a Dios.
Incluso después de hacerme sacerdote, continué mi camino de acompañamiento y dirección espiritual; descubrí, sin embargo, la importancia de compartir el camino de mi vida interior con mi primo Luis de Sales y, sobre todo, con Antoine Favre, senador de Saboya. A pesar de la diversidad de nuestras vocaciones, compartimos una verdadera amistad espiritual y caminamos juntos por los caminos del Señor.

Ha sido importante en mi vida tener un confesor con el que poder abrir mi conciencia y pedir perdón a Dios. Esto me acompañó a combatir el pecado en su raíz y a liberarme.
Pongan la confianza en un guía espiritual, una persona familiarizada con Dios y del cual tienes confianza, con el que puedan abrir el corazón y leer la historia a la luz de la Fe, para que puedan tomar conciencia y poner de relieve los dones que has recibido y las grandes posibilidades que se abren ante ti. Para mí, no hay verdadera dirección espiritual si no hay amistad, es decir, intercambio, comunicación, influjo recíproco. Este es el clima básico que permite la dirección espiritual.
Les propongo un pequeño camino que me ha servido para caminar con mi guía espiritual y que me ha permitido encontrar el equilibrio interior:
– parte de tu vida real y de la situación concreta en la que vives con tus recursos y limitaciones, intentando hacer unidad en las múltiples experiencias que vives. Tu vida, de hecho, corre el riesgo de llenarse de tantas cosas por hacer sin un sentido ni dirección. Una sugerencia que te doy es que no te distraigas y estés siempre presente en el momento presente.
– durante tus días hay atracciones y oscilaciones entre diferentes fuerzas, a veces no armoniosas entre sí: la de los sentidos, la de las emociones, la de la racionalidad y la de la fe. Lo que les permite encontrar el equilibrio entre ellas es la dedicación, es decir, poner siempre el corazón en las cosas que haces, con la conciencia de que cada momento es una oportunidad y una llamada para cumplir la voluntad de Dios en tu vida.
Quizá te preguntes, ¿de qué sirve hacer el esfuerzo de estar acompañado? Está en juego la autenticidad de tu vida: a ti que estas atrapado en ansiedades, miedos y preocupaciones, el camino del acompañamiento te ayudará a descubrir quién eres realmente, pero sobre todo para Quién eres.



Oficina de Animación Vocacional

(continuación)