🕙: 3 min.
image_pdfimage_print

Invertir en la educación de los jóvenes para construir la familia de hoy y de mañana

La educación de los jóvenes es la tarea originaria de los padres, vinculada a la transmisión de la vida, y primordial respecto a la tarea educativa de otros sujetos; por ello el papel de la CEP se propone como complementario, no sustitutivo, de la función educativa de los padres de los jóvenes. La contribución de la vocación familiar, parental y de pareja se ha identificado en al menos tres temas centrales: el amor, la vida y la educación.

El cuidado de la familia despierta un gran interés en todo el mundo. Se presta especial atención al tema mediante artículos, publicaciones científicas y actas de conferencias. Al mismo tiempo, se pide a la familia que cuide los vínculos que constituyen el denso tejido que sostiene a la persona del joven en el proceso de crecimiento y que aumentan la calidad de vida de una comunidad. Por lo tanto, es necesario promover estrategias educativo-pastorales adecuadas para apoyar a la familia, en el papel que tiene en la construcción de las relaciones interpersonales e intergeneracionales, así como en la concepción completa de la educación y el acompañamiento de las nuevas generaciones.

En su complejidad, cada familia es como un libro que hay que leer, interpretar y comprender con mucho cuidado, atención y respeto. En nuestra sociedad contemporánea, la vida familiar presenta, de hecho, ciertas condiciones que la exponen a la fragilidad.

Salir al encuentro de Don Bosco es hacer un viaje siempre actual. Seguir sus sueños; comprender su pasión educativa; conocer su talento para sacar a los jóvenes de los “malos caminos” para convertirlos en “buenos cristianos y honrados ciudadanos”, para educarlos en la fe cristiana y en la conciencia social, para guiarlos hacia una profesión honesta, es una experiencia de extraordinaria intensidad humana y familiar. La experiencia de Don Bosco tiene raíces lejanas. Su vida está poblada de familias, de una multiplicidad de relaciones, de generaciones, de jóvenes sin familia, de historias de amor y de crisis familiares, ya desde la primera página de su vida, cuando tuvo que afrontar la pérdida de su padre a una edad muy temprana.

La comunidad educativo-pastoral es una de las formas, si no la forma, en que se concreta el espíritu de familia. En ella el Sistema Preventivo se hace operativo en un proyecto comunitario. Como gran familia preocupada por la educación y la evangelización de los jóvenes en un territorio concreto, la CEP es la actualización de la intuición original del carisma salesiano, repetía a menudo Don Bosco: “Siempre he tenido necesidad de todos”. Partiendo de esta convicción, desde los primeros días del Oratorio, constituye en torno a sí una comunidad-familia que tiene en cuenta las diferentes condiciones culturales, sociales y económicas de los colaboradores y en la que los mismos jóvenes son los protagonistas.

La educación de los jóvenes es la tarea originaria de los padres, vinculada a la transmisión de la vida, y primordial respecto a la tarea educativa de otros sujetos; por ello el papel de la CEP se propone como complementario, no sustitutivo, de la función educativa de los padres de los jóvenes.
La teología pastoral, en este proceso de potenciación, afirma que la familia es objeto, contexto y sujeto de la acción pastoral. Esta reflexión nos ha llevado a interrogarnos sobre la originalidad de la familia dentro de la CEP, donde un lugar específico. La contribución de la vocación familiar, parental y de pareja se ha identificado en al menos tres temas centrales: el amor, la vida y la educación.

Por ello, tanto a nivel local como inspectorial, es necesario comenzar a planificar programas de formación para agentes/ formadores, integrando a las familias en el PEPS, donde la propuesta educativa y pastoral se articule en torno a acciones que vean a la familia como protagonista a favor de los jóvenes. Estos caminos deben tener como núcleo central el encuentro, la metodología de la pedagogía familiar y la espiritualidad salesiana.
Por ello se hace imprescindible rediseñarnos juntos en un sentido vocacional; al mismo tiempo entrar en la vida cotidiana de las familias, hablar su lenguaje, estar cerca de la fragilidad de las relaciones y reconocer las dificultades presentes en la vida de muchas de ellas, atendiendo a los jóvenes sin familia, a las familias jóvenes, a las situaciones familiares más frágiles (pobreza, desigualdad y vulnerabilidad) promoviendo la solidaridad entre las familias. Se hace entonces necesario acompañar el amor de las parejas/familias jóvenes cuidándolas y planificando una buena y constante formación en el amor para el desarrollo de cada vocación.

Todo lo dicho sobre la Pastoral Juvenil Salesiana y la Familia requiere, para su realización, la puesta en marcha de procesos de formación para todos los miembros de la CEP y, por ende, tanto para los salesianos consagrados como para los laicos que apoyan el desarrollo del PEPS y de la Familia Salesiana.

P. Miguel Angel GARCIA MORCUENDE
Consejero de Pastoral Juvenil de los Salesianos de Don Bosco.