El sueño de 9 años presentado en diez puntos, síntesis de una vocación celestial, confirmada por los frutos que produjo, presentado en la 42ª edición de Espiritualidad Salesiana de Valdocco, Turín.
Hace doscientos años, un niño de nueve años, pobre y sin más futuro que ser agricultor, tuvo un sueño. Se lo contó por la mañana a su madre, a su abuela y a sus hermanos, que se rieron de él. La abuela concluyó: “No hagas caso a los sueños”. Muchos años después, aquel niño, Juan Bosco, escribió: “Yo era de la opinión de mi abuela, sin embargo, nunca fue posible quitarme aquel sueño de la cabeza. Porque no era un sueño más y no murió al amanecer.
Primero: es una orden imperiosa
Don Lemoyne, el primer historiador de Don Bosco, resume así el sueño: “Le pareció ver al Divino Salvador vestido de blanco, radiante de la más espléndida luz, en el acto de conducir a una innumerable muchedumbre de jóvenes. Volviéndose hacia él, le había dicho: “Ven aquí: ponte a la cabeza de estos jóvenes y dirígelos tú mismo”. – Pero yo no soy capaz, respondió Juan. El Divino Salvador insistió imperiosamente hasta que Juan se puso a la cabeza de aquella multitud de muchachos y comenzó a guiarlos según la orden que le había sido dada. Como el “Sígueme” de Jesús.
Segundo: es el secreto de la alegría
Aquel sueño se repetía una y otra vez. Con una abrumadora carga de energía. Era una fuente de seguridad gozosa y de fuerza inagotable para Juan Bosco. La fuente de su vida.
En el proceso diocesano para la causa de beatificación de Don Bosco, Don Rua, su primer sucesor, testimonió: “Me lo contó Lucia Turco, miembro de una familia donde D. Bosco iba a menudo a hospedarse con sus hermanos, que una mañana lo vieron llegar más alegre que de costumbre. Preguntado por la causa, respondió que durante la noche había tenido un sueño, que le había animado”.
Tercero: la respuesta
La pregunta para todos es: “¿Quieres una vida corriente o quieres cambiar el mundo?”.
Viktor Frankl subraya la diferencia entre “sentido de la vida” y “sentido en la vida”. El sentido de la vida se asocia a preguntas como ¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál es el sentido de todo? ¿Cuál es el sentido de la vida? Muchas personas buscan las respuestas en la religión o en una noble misión por el bien común, como luchar contra la pobreza o detener el calentamiento global. A menudo es difícil encontrar el sentido de la vida; la lucha por comprender este concepto puede ser agotadora, sobre todo en tiempos difíciles, cuando nos cuesta incluso pasar el día. En cambio, es mucho más fácil encontrar sentido en la vida: en las cosas corrientes que hacemos por costumbre, en el momento presente, en las actividades cotidianas en casa o en el trabajo. Precisamente el sentido de la vida es el medio preferido para experimentar el bienestar espiritual.
Cuarto: un signo de lo alto
En el seminario, Don Bosco escribió una página de admirable humildad como motivación de su vocación: “El sueño de Morialdo siempre estuvo impreso en mí; es más, se había renovado mucho más claramente en otras ocasiones” Podemos estar seguros: había reconocido al Señor y a su Madre. A pesar de su modestia, no dudaba en absoluto de haber recibido la visita del Cielo. Tampoco dudaba de que esas visitas tenían por objeto revelarle su futuro y el de su obra. Él mismo lo decía: “La Congregación Salesiana no ha dado un paso sin que se lo haya aconsejado un hecho sobrenatural. No ha llegado al punto de desarrollo en que se encuentra sin un mandato especial del Señor”.
Quinto: asistencia continua
“Luego oí decir a otros que preguntaba: – ¿Cómo cuidaré de tantas ovejas? ¿Y tantos corderos? ¿Dónde encontraré pastos para guardarlas? La Señora le respondió: – No temas, yo te ayudaré, y luego desapareció”.
Sexto: Una Maestra
Una Madre.
Séptimo: una misión
“Aquí está tu campo, aquí es donde debes trabajar -continuó la Señora-. Hazte humilde, fuerte, robusta: y lo que ves que les pasa a estos animales en este momento, debes hacerlo por mis hijos”.
Octavo: un método
“No con golpes, sino con mansedumbre y con caridad debes ganar a estos amigos tuyos”.
Noveno: los destinatarios
“Cuando miré vi que todos los chicos habían huido, y en su lugar vi una multitud de cabritos, perros, gatos, osos y varios otros animales”.
Décimo: una obra
“Oprimido por el cansancio, quise sentarme junto a un camino cercano, pero la pastora me invitó a continuar mi camino. Después de un corto trecho, me encontré en un vasto patio con un pórtico alrededor, al final del cual había una iglesia. Entonces me di cuenta de que cuatro quintas partes de aquellos animales se habían convertido en corderos. Su número se hizo entonces muy grande. En aquel momento llegaron varios pastores para custodiarlos. Pero se detuvieron poco tiempo y pronto se marcharon. Entonces ocurrió una maravilla. Muchos corderos se convirtieron en pastores y, a medida que crecían, cuidaban de los demás. Yo quería marcharme, pero la pastora me invitó a mirar al mediodía. ‘Mira otra vez’, me dijo, y volví a mirar. Entonces vi una iglesia alta y hermosa. En el interior de aquella iglesia había una banda blanca, en la que estaba escrito en grandes letras: Hic domus mea, inde gloria mea”.
Por eso, cuando entramos en la Basílica de María Auxiliadora, entramos en el sueño de Don Bosco.
El testamento de Don Bosco
El mismo Papa pidió a Don Bosco que escribiera el sueño para sus hijos. Comenzó así: “¿Para qué servirá entonces esta obra? Servirá como regla para superar las dificultades futuras, tomando lección del pasado; servirá para dar a conocer cómo Dios mismo ha guiado todo en todo momento; servirá a mis hijos como agradable diversión, cuando puedan leer las cosas en las que participó su padre, y las leerán con mucho más gusto cuando, llamado por Dios a dar cuenta de mis acciones, ya no esté entre ellos”.
Por eso las Constituciones Salesianas comienzan con un “acto de fe”: “Con un sentido de humilde gratitud creemos que la Sociedad de San Francisco de Sales nació no de un proyecto únicamente humano, sino por iniciativa de Dios”.
El sueño de 9 años. Génesis de una vocación
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