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            El origen de la presencia salesiana en Nápoles se remonta al mismo Don Bosco; Nápoles fue la ciudad más meridional visitada por Don Bosco entre el 29 y el 31 de marzo de 1880. En esta ocasión Don Bosco celebró la Eucaristía en la iglesia de San José de Via Medina, asistido por un pequeño ministrante llamado Peppino Brancati. Pocos años después, el muchacho napolitano fue a Valdocco con Don Bosco y se convirtió en el primer salesiano del sur de Italia; también se le dedicó un hogar de acogida en Torre Annunziata.
            En el barrio periférico de Doganella, los hijos de Don Bosco iniciaron sus actividades en 1934, en locales pobres e insuficientes para acoger al gran número de jóvenes que acudían a su alrededor.
            Veinte años más tarde, una vez pasada la terrible tormenta de la guerra, en 1954 se pusieron manos a la obra para construir el gran Instituto que existe en la actualidad, edificado con conspicuas aportaciones de benefactores privados y organizaciones.
            El 28 de mayo de 1959 fue inaugurado por el Presidente de la República Giovanni Gronchi. En el año del centenario de la muerte de Don Bosco, el 21 de octubre de 1988, el Rector Mayor Don Egidio Viganò inauguró el Centro Social “Don Bosco” en el que el Instituto fue rediseñado según las necesidades de los tiempos y en fidelidad dinámica al Fundador.
            Hoy el Don Bosco de Nápoles, se presenta como una realidad dinámica abierta al territorio que, partiendo del carisma de Don Bosco, responde a las nuevas pobrezas educativas presentes en la ciudad.
            Nápoles es una ciudad bella y compleja que genera problemas complejos, y es por esta razón que nuestra casa salesiana se ha estructurado de manera articulada, respondiendo sin embargo a un simple criterio unificador: el criterio oratoriano, ¡el Oratorio de los Mil Oficios!

Una casa que acoge
            A lo largo de los años, los Salesianos han sabido reinventar la vocación de acogida, pasando de los grandes internados de los años sesenta a la comunidad familiar, estructuras más acogedoras para los niños con proyectos educativos individualizados. ¡En nuestra casa tenemos tres de ellas! La primera es la comunidad familiar “Il Sogno” (El Sueño), gestionada por la APS salesiana “Piccoli Passi grandi sogni” (Pequeños Pasos, Grandes Sueños), fundada en 2007. En sus 15 años de existencia ha acogido a 120 jóvenes, en su mayoría de Nápoles y provincia, tanto del ámbito penal como administrativo. En 2017, Nápoles vivió la emergencia del desembarco de refugiados y los salesianos respondieron: nació la comunidad para menores extranjeros no acompañados “Il Ponte” (El Puente). Son niños que han afrontado viajes interminables entre mil peligros para llegar a Europa. Para la mayoría de ellos, Libia fue la etapa más traumática. Pero eso no es suficiente… en 2018, ante la dramática situación de menores abandonados en las calles, especialmente en la zona de la estación, se creó la comunidad de acogida rápida “La zattera” (La Balsa). Se trata de una sala de urgencias educativas 24 horas, a la que la policía, los trabajadores sociales o los ciudadanos siempre pueden acudir para proporcionarles un techo, una comida, ropa, pero sobre todo la oportunidad de empezar de nuevo. Más de 250 jóvenes de 32 países de todo el mundo han pasado por estas dos comunidades. Entre las historias de redención y renacimiento de estos jóvenes, me gusta contar la de Mustafá, somalí de 17 años. La policía lo encontró tirado en el suelo en la estación central. Recuerdo la tarde en que llegó a la portería de nuestro centro acompañado por la asistente social, acogido por Pietro y Don Vanni. Parecía aterrorizado, pero sobre todo me di cuenta de que no podía andar; en las cárceles libias le habían roto la cadera. Han pasado tres años desde que Mustafá cursó el tercer grado con nosotros, se operó y ahora camina bastante bien; se ha matriculado en el primer curso de nuestro Centro de Formación Profesional. Cada vez que le veo me acuerdo de aquella tarde en la portería y pienso en los milagros de Don Bosco.

La escuela que inicia la vida
            Don Bosco solía decir que mis muchachos tienen “la inteligencia en las manos” y esto se aplica aún más a los muchachos napolitanos. Sin embargo, Nápoles es también la ciudad de Italia con la tasa más alta de abandono escolar. ¿Cómo podemos luchar contra el abandono escolar aprovechando la inteligencia de los chicos y chicas napolitanos? ¡La formación profesional! En 2018 inauguramos un nuevo Centro de Formación Profesional junto con otros socios que comparten esta gran misión educativa: la Fundación San Gennaro, la Fundación Franca y Alberto Riva, IF learn and do, Cooperativa il Millepiedi, Cometa Formazione. Así nació la School of Doing, una escuela innovadora y hermosa que hace del enfoque educativo y de la relación con las empresas su seña de identidad. Con los dos cursos de “operador de sistemas y servicios logísticos” y “operador de reparación de vehículos de motor” damos una respuesta concreta a los jóvenes de la zona.
            Junto a estos dos cursos estructurados de tres años, el Oratorio de los Mil Oficios ofrece una pluralidad de talleres en los que practicar, experimentar, aprender un oficio, encontrar el propio mundo en el mundo: el taller de pizzería “Anem e Pizza”, el taller de peluquería “Cap Appost”, el centro “Le Ali” con la posibilidad que ofrece de cualificarse como cocinero, camarero y sala de bar, la banda Don Bosco que ofrece la oportunidad a los jóvenes de aprender y tocar un instrumento, y muchas otras posibilidades, muchos otros oficios.
Iglesia que evangeliza
            Nuestra comunidad salesiana anima la parroquia Don Bosco del barrio de la Amistad. Es una presencia evangelizadora en una zona que ve en nosotros los salesianos un punto de referencia, una presencia constante que acompaña en todas las estaciones de la vida y en todas las situaciones de la vida, dado que nuestra comunidad se ocupa también de la pastoral del Hospital San Juan Bosco.
            El momento central de la vida oratoriana es la oración con las buenas noches salesianas, cuando todos los sectores y todos los proyectos se detienen para dedicar unos minutos al diálogo con Dios, con palabras sencillas y cercanas a la vida cotidiana. Así es como los chicos que frecuentan el centro de día, los talleres de educación de calle, los proyectos territoriales con las escuelas, los chicos de la escuela de fútbol y los chicos que entran libremente en el oratorio se reconocen pertenecientes a la misma gran familia salesiana. La “llamada” a la oración de Don Miguel a las 17.30 representa un rito educativo esencial para nuestro trabajo, ¡porque la educación también necesita sus ritos!

Patio para encontrarse como amigos
            El patio es el centro geográfico y carismático de nuestra obra. Don Bosco tiene un hermoso y espacioso patio con muchos campos, un gran pórtico, una “plaza” a la medida de un muchacho, la plaza de la alegría. Este espacio es tanto más precioso cuanto que está situado en una parte de la ciudad que no tiene ningún espacio dedicado a los chicos, que a menudo se ven obligados a permanecer en la calle con todos los peligros que ello conlleva. Aún recuerdo una tarde soleada en el patio cuando una madre llegó, casi con lágrimas en los ojos, dejando a sus hijos en el oratorio, diciendo “menos mal que estáis aquí los salesianos”. Unos minutos antes, en una plaza cercana, una niña que paseaba con su abuela había sido alcanzada por una bala. Conscientes de que solos no podemos educar, hemos construido una red con otros organismos de la zona, familia, escuela, servicios sociales, parroquias, asociaciones.
            El patio está habitado diariamente por cientos de niños y decenas de educadores que hacen de él un espacio educativo para encontrarse como amigos. El deporte abierto a todos nos permite entonces comprometer a cientos de muchachos y muchachas con sus familias.
            A lo largo de estos años me he convencido cada vez más de que Don Bosco, con su estilo educativo y su bondad, tiene mucho que dar a Nápoles, pero también de que Nápoles, con su belleza y su brillo, enriquece a Don Bosco, le hace más simpático, en resumen, ¡son una pareja ganadora!


Fabio Bellino