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Recordamos el día en el que hace 163 años – 18 de diciembre de 1859 – Don Bosco fundó nuestra “Pía Sociedad de San Francisco de Sales”. Desde entonces esa no ha dejado jamás de difundirse.

Gracias a nuestros misioneros hoy el carisma de Don Bosco está presente en 134 países y estamos preparándonos para iniciar nuevas presencias en Nigeria y Argelia el próximo año. Ya el 6o sucesor de Don Bosco, Don Luis Ricceri, nos ha recordado que el espíritu y el compromiso misionero no eran sólo un interés personal de nuestro fundador, sino un verdadero charisma fundationis que él nos ha transmitido a los salesianos y a toda la Familia Salesiana (ACG 267, p. 14). Por esto, hoy, es una hermosa ocasión para enviarles esta llamada misionera.

Al momento de enviar la primera expedición misionera en el 1875, Don Bosco, había hecho una profesía: “…Quién sabe que no sea esta primera expedición como una semilla de la cual surgirá una gran planta?… ¿Quién sabe que esta expedición no haya despertado en el corazón de muchos el deseo de consagrarse a Dios para las Misiones, haciendo cuerpo con nosotros y reforzando nuestras filas? Así lo espero…” (MB XI, 385). De hecho, no obstante que en el 1875 sólo fueran 171 salesianos (64 profesos perpetuos, de los cuales 49 eran sacerdotes, y 107 profesos temporales) y 81 novicios, Don Bosco había enviado 11 salesianos a la Argentina. Cuando murió eran 773 salesianos, de los cuales 137 eran misioneros enviados por el mismo Don Bosco en 11 expediciones misioneras. Hoy nos encontramos en un contexto muy diferente al tiempo de Don Bosco.

Hoy “las misiones” no pueden ser comprendidas sólo como desplazamientos hacia “las tierras de misión”, como fue una vez. Hoy los misioneros salesianos provienen de los cinco continentes y son enviados por el Rector Mayor a los cinco continentes. En un mundo en el cual las fronteras tienden a cerrarse siempre más y más, los misioneros salesianos son enviados, no sólo para responder a una necesidad de personal, sino, sobre todo, para testimoniar que para nosotros no existen las fronteras, para contribuir al diálogo intercultural, a la inculturación de la fe y de nuestro carisma y para animar procesos que puedan generar nuevas vocaciones locales.

En mi primera carta como Rector Mayor he manifestado mi convicción que “una gran riqueza de nuestra Congregación sea su capacidad misionera” (ACG, 419, p. 24). Tengo la firme convicción que nosotros los salesianos tenemos necesidad de caminar hacia una mayor conciencia de nuestra internacionalidad. Y la generosidad misionera de los hermanos es un testimonio profético que nuestra Congregación no tiene fronteras.

En efecto, la presencia de los misioneros en la Inspectoría ayuda a reflexionar mejor sobre la internacionalidad de nuestra Congregación y a entender que el carisma salesiano no es monocolor y que las diferencias y la multiculturalidad enriquecen a la Inspectoría y a toda nuestra Congregación.

Al contrario, una Inspectoría compuesta sólo por hermanos de la misma cultura corre el riego de reducirse a un enclave étnico, menos sensible al desafío de la interculturalidad y menos capaz de ver más allá de los confines del propio mundo cultural. Es por esto que he insistido muchas veces que nosotros no hacemos la profesión religiosa para un país o para una Inspectoría. Somos Salesianos de Don Bosco en la Congregación y para la misión, allá donde haya más necesidad de nosotros y donde sea posible ofrecer nuestro servicio.

Ya en el 1972 nuestro Capítulo General Especial había considerado “el relanzamiento misionero como un termómetro de la vitalidad pastoral de la Congregación y un medio eficaz contra el peligro del aburguesamiento” (CGS, 296). La capacidad de los hermanos para acoger y acompañar a los nuevos misioneros enviados a la propia Inspectoría es también un termómetro del propio espíritu misionero.

Gracias al espíritu misionero de nuestra Congregación, hay todavía hermanos que parten para donar- la propia vida a Dios como misioneros. A mi llamada del 18 de diciembre de 2021 pasado 36 salesianos han respondido enviándome la carta donde ofrecían su disponibilidad misionera. Después de un cuidadoso discernimiento, 25 han sido elegidos como miembros de la 153a expedición misionera de este año. Los otros continúan haciendo su discernimiento.

Entonces, con esta carta, les invito, queridos hermanos, a rezar- y a hacer un discernimiento para descubrir si el Señor les llama, dentro de nuestra común vocación salesiana, a ser misioneros, elección que implica un compromiso para toda la vida (ad vitam).

El diálogo con el Consejero General para las Misiones y la reflexión compartida al interno del Consejo General me permite de precisar las urgencias emergentes para el 2023, donde querría que un número significativo de hermanos pudiera ser enviado:
• a Sudáfrica, Mozambique y a las nuevas fronteras del continente africano;
• a Albania, Kosovo, Eslovenia y a otras nuevas fronteras del Proyecto Europa;
• a Azerbayán, Bangladés, Nepal, Mongolia y Yakutia;
• a nuestras numerosas presencias en las islas de Oceanía;
• a las fronteras misioneras de América Latina y con los pueblos indígenas.

Les saludos, queridos hermanos, con un verdadero afecto y con un recuerdo delante de la Auxiliadora y Don Bosco aquí in Valdocco.

Turín Valdocco, 18 diciembre 2022

Ángel Card. FERNÁNDEZ ARTIME
Rector Mayor de los Salesianos de Don Bosco