La desaceleración de la pandemia ha permitido al Rector Mayor reanudar sus viajes al encuentro de la Familia Salesiana en todo el mundo, para animarles a vivir y transmitir el carisma del santo fundador, Juan Bosco. España, Zimbabue, Zambia, Tailandia, Hungría, Brasil, India, Italia, Croacia, Estados Unidos y Perú acogieron y escucharon al sucesor de Don Bosco. Presentamos la introducción del libro que narra la historia de estos viajes.
El trotamundos del carisma salesiano
El libro que tengo el honor de presentar es bastante especial. Se trata de la crónica del viaje alrededor del mundo realizado por el Rector Mayor de los Salesianos durante los últimos quince meses (desde principios de 2022 hasta marzo de 2023), dedicado a visitar las casas de una Congregación presente desde hace mucho tiempo en todos los continentes y que constituye la mayor “familia religiosa” de la Iglesia católica. Se trata de una familia que trabaja en 136 países del mundo, cuyas dimensiones globales impulsan al que la preside (y a sus colaboradores más cercanos) a vivir continuamente con la valija en la mano, a encontrarse con los hermanos y hermanas dispersos en las distintas naciones, a conocer las situaciones específicas, a supervisar la eficacia en las distintas culturas el carisma educativo de Don Bosco, que es el sello de fábrica de esta singular ‘multinacional’ de la fe.

El libro, por tanto, ilustra una de las tareas más importantes ligadas al papel del Rector Mayor de los Salesianos, la de guiar una Congregación mundial no sólo a distancia (permaneciendo en la sede central de Roma), sino en la medida de lo posible ‘de visu’, ya que incluso en la era digital, las relaciones cara a cara, el conocimiento personal, el compartir experiencias, el ‘estar ahí’ en algunos momentos ‘tópicos’, representan el valor añadido de toda empresa humana y espiritual. Un valor, por otra parte, totalmente congenial con los rasgos humanos de Don Ángel Fernández Artime, décimo sucesor de Don Bosco, que desde el momento que está guiando a la familia salesiana (desde 2014) ha visitado ya unas 100 obras en todo el mundo; alineándose así (a escala más limitada, por supuesto) con el estilo ‘trotamundos’ del catolicismo que ha caracterizado a los pontífices más recientes, especialmente a Juan Pablo II y al actual papa.
La gira mundial de don Artime, tras haber sufrido una interrupción forzosa en 2020-2021 (debido al estallido de la pandemia en todas partes), reanudó su curso con renovado vigor en 2022, con una serie de etapas que le llevaron gradualmente a suelo ibérico, a dos países africanos (Zimbabue y Zambia), tras los pasos de la misión salesiana en Tailandia, en Hungría, en Francia, en Brasilia y Belo Horizonte, en seis provincias de la India (en dos períodos diferentes), en Croacia, en Estados Unidos y Canadá, en Perú y en algunas regiones italianas.
Visita toda la realidad, no sólo celebraciones

Las imágenes de “tocar e irse” o la mera celebración de acontecimientos importantes no se ajustan a las visitas del Rector Mayor. Su presencia es solicitada a menudo por las casas o las inspectorías salesianas para celebrar un hito significativo de su historia, como el centenario o el cincuentenario de la fundación, el comienzo de una nueva obra, la profesión de los votos o la ordenación sacerdotal de nuevos hermanos, la conmemoración de figuras salesianas ejemplares para las distintas tierras y para toda la Iglesia. Sin embargo, la intención celebrativa siempre forma parte de un encuentro rico en contenidos y comparaciones sobre el estado de salud del carisma salesiano en la realidad local.
De ahí el carácter polifacético de estas visitas, marcadas por momentos de celebración y de miradas hacia arriba, de corte de cinta y de discernimiento, de implicación afectiva y de compromisos mutuos, de información sobre la situación y de atención a los retos educativos; momentos todos ellos que implican a las distintas ramas de la gran familia (los salesianos, las Hijas de María Auxiliadora, los exalumnos, etc.), a menudo también a los obispos, y a toda la Iglesia; pero sobre todo a los jóvenes, a quienes escucha y cuyo protagonismo está en el ADN de la pedagogía salesiana.
Al sucesor de Don Bosco no sólo se le rinde homenaje (y, en las zonas más “calientes” del globo, se le “acoge como a un Rey”, se le honra con las “togas y símbolos de las autoridades locales”); sino que también se le hace objeto de grandes expectativas, de una “palabra” que tranquiliza y amplía horizontes. Aquí surge uno de los rasgos más preciosos de estas visitas “ad gentes”: la actitud del Rector Mayor de actuar como “vaso comunicante”, como “conector”, entre lo que la Familia Salesiana vive y proyecta en las distintas zonas del mundo: del ritmo maduro, reflexivo, a veces cansado, que se observa en el viejo continente, al dinamismo presente en África y Oriente; de las “buenas prácticas” vigentes en algunos países a las dificultades y problemas encontrados en otros. Otra comparación se refiere a la acogida en las distintas provincias salesianas de las indicaciones surgidas del último Capítulo General de la Congregación (el 28º), para que todos estén en sintonía con los objetivos comunes.
Y es al tender puentes entre las distintas regiones y “almas” salesianas de todo el mundo cuando el Rector Mayor habla de los “milagros” de los que es testigo. Cuando recuerda a todos que lo que hace grande a la Congregación son sobre todo las presencias ‘mínimas’, como la de ese misionero salesiano de la República Checa que vive en Siberia, en medio de los hielos, y tiene una comunidad a 1000 km de distancia, a la que consigue reunirse no más de una vez al mes; una ocasión bendecida por los fieles del lugar, que les hace decir que “Dios no se ha olvidado de nosotros”.
O también cuando llama la atención de todos sobre la redención de una tierra que en diciembre de 2004 fue golpeada por la mayor catástrofe natural de los tiempos modernos, el tsunami que produjo 230.000 muertos, miles de desaparecidos y destruyó países enteros. Precisamente en una de las zonas más afectadas, una casa salesiana renació para acoger a muchos huérfanos, que vuelven a florecer después de muchos años: “El 12% de estos chicos/chicas de Don Bosco han ido a la universidad; el 15% han continuado sus estudios técnicos en nuestras escuelas profesionales; más del 50%, tras terminar la escuela pública, han encontrado un trabajo con el que empezar su vida de forma independiente”.
Las palabras claves
Hay un leitmotiv en todas estas visitas: la evocación de ciertas palabras claves que reafirman la misión particular de los hijos de Don Bosco, llamados a ocuparse de los jóvenes, pero con una atención y un método distintivos, con una pedagogía ‘salesiana’ que ha sido objeto de una larga reflexión a lo largo de la historia. Algunos de estos ‘iconos’ son los aforismos introducidos por el santo fundador para resumir sus intuiciones educativas; otros son más recientes, pero tienen la misma naturaleza, sirven para actualizar el carisma salesiano a lo largo de los años, ante los nuevos y exigentes retos.
Los informes de las visitas del Rector Mayor a las casas salesianas de todo el mundo están llenos de estos llamamientos. Ante todo, “creer en los jóvenes”, “ser fieles a los jóvenes”, confiar en su potencial, transmitirles confianza; lo que implica no tener prejuicios hacia ellos, acompañarles con empatía en su camino, apoyarles en los momentos difíciles, compartir valores e inspirar libertad.
Parte de la llamada a la confianza es el compromiso de “dar vida a los sueños de los jóvenes”, de hacerles volver a pensar en grande, de no vivir con las alas cortadas; una advertencia que parece más aplicable a las nuevas generaciones de las sociedades maduras (en Occidente) que a las de los países emergentes.

También hay muchas referencias a dos conceptos (amor y corazón) de los que se abusa mucho en la cultura contemporánea, pero que en la pedagogía de Don Bosco representan los puntos fuertes de una perspectiva educativa: “amar a los jóvenes”, hacerles comprender que “se los ama” (se les dedica la vida), y “hacerse amar”; imágenes que derivan directamente de la gran intuición del Santo de que “la educación es cosa del corazón”.
Otras imágenes fecundas son las dedicadas a la perdurable “actualidad del sistema preventivo” y al criterio que puede hacerlo eficaz: el llamado “sacramento salesiano de presencia entre los jóvenes” (como lo define el Rector Mayor) que favorece el conocimiento, produce el compartir, crea el intercambio y la pasión educativa.
El icono más reciente es la sentida invitación a todas las comunidades salesianas del mundo de ‘ser otro Valdocco’, a permanecer fieles a los rasgos esenciales de una misión nacida en el siglo XIX en Turín, pero que tiene un valor universal en el tiempo y en el espacio. Ser “otro Valdocco” significa renovar en todas las latitudes la elección del campo de la educación popular, gastar la vida por esa parte de la sociedad que en tiempos de Don Bosco era la “juventud pobre y abandonada”, y que hoy adquiere el perfil de la juventud desfavorecida, “en riesgo”, explotada y descartada por la sociedad, de quienes habitan las periferias urbanas y existenciales. “Valdocco” es el símbolo de la “barrio humano” mundial a la que hay que dar ciudadanía, que debe descubrir su protagonismo, para su plena inclusión/emancipación en la sociedad.
Ambientes siempre más multiculturales
La vuelta al mundo del Rector Mayor también pone de manifiesto cómo está cambiando la fisonomía de la Congregación, como consecuencia de los recientes flujos migratorios desde el Sur y el Este del mundo (en parte debidos a acontecimientos/situaciones dramáticas) hacia el Viejo Continente y América del Norte; de una evolución demográfica que abarrota los países emergentes y agobia a las naciones más desarrolladas; y más en general, por la tendencia de las poblaciones a mezclarse en el planeta tierra.

El entorno salesiano (como el conjunto del catolicismo) también está implicado en estas dinámicas y no cesa de cambiar. África y Oriente son hoy las regiones más generosas en vocaciones y con mayor porcentaje de salesianos en formación; por tanto, desde tierras de misión están destinadas a tener progresivamente un peso cada vez mayor en la balanza de la Congregación.
En todas las latitudes, las casas salesianas acogen a jóvenes de culturas diferentes, a menudo de religiones y etnias distintas; porque el carisma de Don Bosco (aunque nacido en un contexto cultural y religioso particular) no conoce fronteras “confesionales”, contagia también a quienes viven y creen de otra manera. Así, esta impronta multicultural caracteriza hoy en día muchos ambientes salesianos (oratorios y escuelas) en Europa y Norteamérica, y es un rasgo constitutivo de las obras de los hijos de Don Bosco en Asia, África y Latinoamérica. En Asia, por ejemplo, los salesianos están presentes en zonas donde la población es musulmana o budista en un 90%, en un contexto que, por un lado, les interpela profundamente y, por otro, les exige diálogo y confrontación. En estas tierras diseminadas de culturas y religiones diferentes, en estos laboratorios de confrontación antropológica, hay todo un bagaje de reflexiones y experiencias que merece ser recogido y profundizado; también para posicionar mejor a una Congregación y a una Iglesia llamadas a testimoniar un mensaje específico en un mundo cada vez más global.
Nuevos desafíos educativos
La Congregación siempre ha considerado la educación de los jóvenes como su tarea irrenunciable y como un desafío. Pero es un reto que adquiere características particulares según los momentos históricos. Hoy en día, según los diálogos de Don Artime con los jóvenes que ha encontrado en su vuelta al mundo, surgen algunas prioridades dignas de mención en esta nota.
Por un lado, la educación debe asumir la cultura digital que impregna ya la experiencia de las nuevas generaciones, cuyo gran potencial debe comprenderse en el marco de una utilización armoniosa, para evitar desequilibrios o consecuencias penalizadoras. La propuesta de crear “patios digitales”, que circula en los círculos salesianos, responde por tanto a esta necesidad, y no demoniza una herramienta que ahora es vital, sino que la enmarca en un enfoque constructivo.
Por otra parte, “preparar a los jóvenes para la vida” también implica -en la época actual- la atención que las nuevas generaciones deben prestar a la cuestión medioambiental, al cuidado y la protección de una creación amenazada por un sistema mundial insensato, del que los adultos tienen una grave responsabilidad, pero cuyos inmensos costes correrán a cargo de los jóvenes. He aquí, pues, otra pieza que enriquece y actualiza el proyecto educativo. Aquí y allá, en los círculos salesianos (y en los jóvenes que acuden a ellos), se percibe un mayor interés por el “compromiso político”, entendido en sentido amplio, como contribución a la consecución de una sociedad más humana, menos desigual y más integradora.

Esto es lo que surgió en particular durante la visita del Rector Mayor a Perú y Estados Unidos, donde el discurso educativo y el voluntariado social son considerados ciertamente por los jóvenes como actividades “pre-políticas”, pero que deben entenderse cada vez más como un compromiso por la justicia social, por reducir las desigualdades, por permitir a todos una vida digna. El lema de Don Bosco de formar a los jóvenes para ‘ser buenos cristianos y honrados ciudadanos’ adquiere aquí un nuevo énfasis, más congruente con las sensibilidades y los retos de los tiempos actuales.
Las fotos, por último
Por último, están las fotografías diseminadas a lo largo de esta extensa crónica, que hablan más que las palabras, testimoniando la atmósfera del largo viaje, dando espacio a rostros, posturas, sentimientos. Donde el décimo Sucesor de Don Bosco aparece presidiendo la Eucaristía o en mangas de camisa rodeado de jóvenes o de hermanos: los dos iconos de un estilo salesiano que ve en su presencia con los jóvenes un signo de la benevolencia de Dios.
Franco GARELLI
Universidad de Turín