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El 150º aniversario de las misiones salesianas se celebrará el 11 de noviembre de 2025. Creemos que puede ser interesante contar a nuestros lectores una breve historia de los antecedentes y las primeras etapas de lo que sería una suerte de epopeya misionera salesiana en la Patagonia. Lo hacemos en cinco episodios, con la ayuda de fuentes inéditas que nos permiten corregir las muchas inexactitudes pasadas en la historia.


            Despejemos el campo de inmediato: se dice y se escribe que Don Bosco quiso partir a las misiones siendo seminarista y joven sacerdote. Esto no está documentado. Si como estudiante de 17 años (1834) solicitó entrar en las misiones de los frailes franciscanos reformados del Convento de los Ángeles de Chieri, la petición se hizo, al parecer, principalmente por motivos económicos. Si diez años más tarde (1844), cuando dejó el “Convito Eclesiástico» de Turín, estuvo tentado de entrar en la Congregación de los Oblatos de la Virgen María, a los que acababan de confiar misiones en Birmania (Myanmar), sin embargo, es cierto que, para aquella misión, para la que quizás había emprendido también algún estudio de lenguas extranjeras, era para el joven sacerdote Bosco sólo una de las posibilidades de apostolado que se abrían ante él. En ambos casos Don Bosco siguió inmediatamente el consejo, primero, de don Comollo de entrar en el seminario diocesano y, después, de don Cafasso, de seguir dedicándose a los jóvenes de Turín. Incluso en los veinte años que van de 1850 a 1870, ocupado como estaba en proyectar la continuidad de su “obra de los Oratorios”, en dar fundamento jurídico a la sociedad salesiana que estaba creando, y en la formación espiritual y pedagógica de los primeros salesianos, todos jóvenes de su Oratorio, no estaba ciertamente en condiciones de dar continuidad a ninguna aspiración misionera personal o de sus mismos “hijos”. Ni siquiera una sombra de ir él o los salesianos a la Patagonia, aunque esté escrito en el papel o en la web.

Aumentar la sensibilidad misionera
            Esto no quita la sensibilidad misionera en Don Bosco, probablemente reducida a tenues insinuaciones y vagas aspiraciones en los años de su formación sacerdotal y de su primer sacerdocio, se agudizará considerablemente con el paso de los años. La lectura de los Anales de la Propagación de la Fe le proporcionó una buena información sobre el mundo misionero, hasta el punto de que extrajo de ellos episodios para algunos de sus libros y elogió al Papa Gregorio XVI, que alentó la difusión del Evangelio hasta los últimos rincones de la tierra y aprobó nuevas Órdenes religiosas con fines misioneros. Don Bosco pudo recibir una considerable influencia del canónigo G. Ortalda, director del Consejo diocesano de la Asociación Propaganda Fide durante 30 años (1851-1880) y también promotor de las “Escuelas Apostólicas” (una especie de seminario menor para vocaciones misioneras). En diciembre de 1857 había lanzado también el proyecto de una Exposición en favor de las Misiones Católicas confiadas a los seiscientos Misioneros Sardos. Don Bosco estaba bien informado al respecto.
            El interés misionero creció en él en 1862 con ocasión de la solemne canonización en Roma de los 26 protomártires japoneses y en 1867 con ocasión de la beatificación de más de doscientos mártires japoneses, celebrada también con solemnidad en Valdocco. También en la ciudad pontificia, durante sus largas estancias de 1867, 1869 y 1870, pudo ver otras iniciativas misioneras locales, como la fundación del Seminario Pontificio de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo para las misiones extranjeras.
            El Piamonte, con casi el 50% de los misioneros italianos (1500 con 39 obispos), estaba a la vanguardia en este campo y el franciscano monseñor Luigi Celestino Spelta, vicario apostólico de Hupei, visitó Turín en noviembre de 1859. No visitó el Oratorio, en cambio lo hizo Don Daniele Comboni en diciembre de 1864, quien en Turín publicó su Plan de Regeneración para África con el intrigante proyecto de evangelizar África a través de los africanos.
            Don Bosco tuvo un intercambio de ideas con él, que en 1869 intentó, sin éxito, asociarle a su proyecto y al año siguiente le invitó a enviar algunos sacerdotes y laicos para dirigir un instituto en El Cairo y prepararlo así para las misiones en África, en cuyo centro contaba con confiar a los Salesianos un Vicariato apostólico. En Valdocco, la petición, que no fue concedida, fue sustituida por la voluntad de aceptar muchachos para ser educados para las misiones. Allí, sin embargo, el grupo de argelinos recomendado por monseñor Charles Martial Lavigerie encontró dificultades, por lo que fueron enviados a Niza Marítima, Francia. La petición en 1869 del mismo arzobispo para tener ayudantes salesianos en un orfanato en Argel en tiempos de emergencia no fue concedida. Del mismo modo, la petición del misionero bresciano Giovanni Bettazzi de enviar salesianos para dirigir un prometedor instituto de artes y oficios, así como un pequeño seminario menor, en la diócesis de Savannah (Georgia, EE.UU.) fue suspendida a partir de 1868. También podían ser atractivas las propuestas de otros, ya fuera para dirigir obras educativas en “territorios de misión”, ya para la acción directa in partibus infidelium, pero Don Bosco nunca renunciaría ni a su plena libertad de acción -que quizá veía comprometida por las propuestas de otros que había recibido- ni sobre todo a su peculiar trabajo con los jóvenes, para los que en aquel momento estaba muy ocupado desarrollando la recién aprobada sociedad salesiana (1869) más allá de las fronteras de Turín y Piamonte. En resumen, hasta 1870 Don Bosco, aunque teóricamente sensible a las necesidades misioneras, cultivaba otros proyectos a nivel nacional.

Cuatro años de peticiones incumplidas (1870-1874)
            El tema misionero y las importantes cuestiones relacionadas con él fueron objeto de atención durante el Concilio Vaticano I (1868-1870). Si el documento Super Missionibus Catholicis nunca fue presentado en la asamblea general, la presencia en Roma de 180 obispos de “tierras de misión” y la información positiva sobre el modelo salesiano de vida religiosa, difundida entre ellos por algunos obispos piamonteses, dieron a Don Bosco la oportunidad de conocer a muchos de ellos y también de ser contactado por ellos, tanto en Roma como en Turín.
            Aquí, el 17 de noviembre de 1869, fue recibida la delegación chilena, con el arzobispo de Santiago y el obispo de Concepción. En 1870 fue el turno de Mons. D. Barbero, Vicario Apostólico en Hyderabad (India), ya conocido de Don Bosco, que le preguntó por las monjas disponibles para la India. En julio de 1870 llegó a Valdocco el dominico Mons. G. Sadoc Alemany, Arzobispo de San Francisco en California (USA), que pidió y obtuvo a los Salesianos para un hospicio con escuela profesional (que nunca se construyó). También visitaron Valdocco el franciscano Mons. L. Moccagatta, Vicario Apostólico de Shantung (China) y su hermano Mons. Eligio Cosi, más tarde su sucesor. En 1873 fue el turno de Mons. T. Raimondi, de Milán, que ofreció a Don Bosco la posibilidad de ir a dirigir escuelas católicas en la Prefectura Apostólica de Hong Kong. Las negociaciones, que duraron más de un año, quedaron estancadas por diversos motivos, al igual que en 1874 también quedó sobre el papel el proyecto de un nuevo seminario del P. Bertazzi para Savannah (EEUU). Lo mismo ocurrió en aquellos años con las fundaciones misioneras en Australia e India, para las que Don Bosco inició negociaciones de manera individual con obispos, que a veces daba por concluidas ante la Santa Sede, cuando en realidad eran sólo proyectos en marcha.
            En aquellos primeros años setenta, con un personal formado con algo más de dos docenas de personas (entre sacerdotes, clérigos y coadjutores), un tercio de ellos con votos temporales, repartidos en seis casas habría sido difícil para Don Bosco enviar a algunos de ellos a tierras de misión. Tanto más cuanto que las misiones extranjeras que se le habían ofrecido hasta entonces fuera de Europa presentaban serias dificultades de lengua, cultura y tradiciones no románicas, y el intento, ya antiguo, de contar con personal joven de lengua inglesa, incluso con la ayuda del rector del colegio irlandés de Roma, monseñor Toby Kirby, había fracasado.


(continuación)

Foto de época: el puerto de Génova, 14 de noviembre de 1877.

P. Francesco MOTTO
Salesiano de Don Bosco, experto en San Juan Bosco, autor de varios libros. Doctor en Historia y Teología, Profesor invitado en la Universidad Pontificia Salesiana. Cofundador y director durante 20 años del Instituto Histórico Salesiano (ISS) y de la revista "Investigaciones Históricas Salesianas" (1992-2012), es uno de los fundadores de la Asociación de Estudiosos de la Historia Salesiana (ACSSA), de la que es actualmente Presidente (2015-2023). Fue consultor de la Congregación para las Causas de los Santos (2009-2014).