🕙: 4 min.
image_pdfimage_print

El P. Sergio Dall’Antonia, misionero salesiano y fundador de la presencia salesiana en Rumanía, terminó su peregrinación terrena en Bacau, Rumanía, el 21.02.2023, a la edad de 83 años.


Sergio Dall’Antonia nació en Pieve di Soligo (Treviso, Italia), el 11 de abril de 1939. Sus padres eran Sonia y Angelo Lombardi. En la familia había un hermano mayor, Francesco, y una hermana pequeña, Mariella, que murió al año de edad. Fue bautizado el 14 de abril, recibiendo los nombres de Sergio y Livio. A los siete años, quedó huérfano de madre.

Asistió a la escuela primaria en el pueblo y a la secundaria en la escuela salesiana Astori, en Mogliano Véneto, adonde se había trasladado la familia. Gracias al contacto con los salesianos, comprendió la llamada divina y al final del quinto curso de bachillerato pidió ser salesiano. Terminó el noviciado el 15 de agosto de 1954, bajo la dirección de Don Vigilio Uguccioni, en Albarè di Costermano, convirtiéndose en salesiano de pleno derecho.

Después del bachillerato y los estudios filosóficos en Nave (1955-1958) y en Foglizzo (1958-1959), volvió a la inspectoría para su formación práctica, realizada en Tolmezzo (1959-1961) y luego en Pordenone (1961-1962), emitiendo la profesión perpetua el 13 de agosto de 1961.

Tras sus estudios teológicos en Monteortone (1962-1966), concluidos con su ordenación sacerdotal (02.04.1966) en el Santuario Mariano de Monteortone, sus superiores le señalaron como posible futuro profesor en el estudiantado, por lo que fue enviado a Roma, a la Universidad Pontificia Salesiana, para estudiar moral (1966-1970). Debido a problemas de salud, tras sus estudios de moral, regresó a la casa de Pordenone (1970-1973) como catequista y profesor. Comenzó así a mostrar buenas dotes organizativas, artísticas y de animación, que le harían famoso.

La casa salesiana de San Luigi en Gorizia lo tuvo durante unos quince años (1973-1986): aquí se convirtió en el alma de la Asociación Juvenil Salesiana de Turismo de Isontino. Organizó fiestas para jóvenes y padres, exposiciones de arte, pero sobre todo se convirtió en el promotor de las famosas “Marcha por la Amistad”, en primavera, y “Ciclismo en Amistad», en otoño. Permanecerán en la memoria local como los únicos eventos que en los años de la Cortina de hierro permitían cruzar la frontera con Yugoslavia mostrando sólo la tarjeta de inscripción al evento. Estos actos terminaban con un plato caliente de pastasciutta ofrecido a todos los participantes, italianos y yugoslavos, por las cocinas de campaña del Ejército alojadas en los patios de San Luigi.

Durante otra década volvió a Pordenone (1986-1996), trabajando siempre en el campo de la educación, hasta que el Señor -a través de sus superiores- le pidió que fuera a Rumanía para abrir una presencia salesiana. No fue fácil, a los 57 años, trasladarse a un país desconocido, ex comunista y de mayoría ortodoxa, y aprender una lengua que no le serviría para otra cosa que para comunicar el amor de Dios a los jóvenes. Sin embargo, gracias a su voluntad (que le caracterizó durante toda su vida) partió y se convirtió en fundador de dos casas salesianas: primero en Constanța (1996-2001) y luego en Bacău, donde permanecería hasta el final de su peregrinación terrenal.

Los recuerdos de quienes le conocieron lo describen como una persona que hablaba poco, pero hacía mucho, siendo un gran e incansable trabajador. Siempre en medio de los niños, los entretenía con inteligente imaginación y creatividad. En la proclamación del mensaje cristiano, también se adentró en el mundo del Internet con espíritu juvenil, animando nada menos que cuatro blogs, sacando de su repertorio para los jóvenes “cosas viejas y cosas nuevas”.

Hombre de oración fiel, rezaba la Liturgia de las Horas íntegramente ante el sagrario y le encantaba meditar el rosario con sus hermanos todas las noches después de cenar. Era un gran devoto no sólo de la Sagrada Eucaristía, sino también de Nuestra Señora. Daba pruebas de su fe en las visitas a los santuarios marianos cercanos y no faltaba a las fiestas de la Santísima Virgen. Era fiel en su confesión quincenal y disponible como confesor, apreciado por sus hermanos, los religiosos de la zona y los fieles.
Deja un recuerdo como patriarca, como el “Don Bosco de Rumanía”.

Su fe inquebrantable se refleja también en su testamento espiritual, que reproducimos a continuación.

¡Jesús mío, perdóname! ¡Que te ame por siempre!
En caso de mi muerte, consiento en tomar de mi cuerpo algunos órganos útiles para la vida de otra persona, con el consentimiento de mi Superior directo de la casa salesiana a la que pertenezco. Los entrego voluntariamente como humilde signo de la Caridad de Cristo que se hizo todo para todos para conducirlos al Padre.

Pido perdón a mis seres queridos, a mis hermanos y a los jóvenes por el mal hecho, los malos ejemplos dados y el bien no hecho o descuidado. Que la Iglesia me acoja en su perdón y en su oración de sufragio. Si alguien siente que me ha ofendido de alguna manera, que sepa que le perdono de todo corazón y para siempre.
Que Jesús y María sean mis dulces amigos para siempre. Que me acompañen de la mano al Padre en el Espíritu Santo, obteniendo misericordia y perdón para mí. Desde el Cielo, adonde espero llegar por la Infinita Misericordia de Dios, os amaré siempre, rezaré por vosotros y pediré para vosotros todas las bendiciones del Cielo.
P. Sergio Dall’Antonia

Concédele, Señor, el descanso eterno y que brille para él la luz perpetua. ¡Descansa en paz!

A continuación le informamos de su último vídeo publicado.