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Un maestro viajaba con un discípulo encargado de cuidar el camello. Un atardecer, habiendo llegado a una posada, el discípulo estaba tan cansado que no ató al animal.
“Dios mío”, rezó mientras se acostaba, “cuida del camello: te lo confío”.
A la mañana siguiente el camello había desaparecido.
– ¿Dónde está el camello? preguntó el amo.
– No lo sé, respondió el discípulo. Tienes que preguntárselo a Dios. Anoche estaba tan agotado que le confié nuestro camello. Desde luego, no es culpa mía que se escapara o que lo robaran. Le pedí explícitamente a Dios que velara por él. Él es el responsable. Usted siempre me insta a tener la mayor confianza en Dios, ¿no es así?
– Ten la mayor confianza en Dios, pero primero ata tu camello, respondió el amo. Porque Dios no tiene más manos que las tuyas.


Sólo Dios puede dar la fe;
tú, sin embargo, puedes testimoniarla.
Sólo Dios puede dar esperanza;
Tú, sin embargo, puedes infundir confianza en tus hermanos.
Sólo Dios puede dar amor;
Tú, sin embargo, puedes enseñar a otros a amar.
Sólo Dios puede dar la paz;
Tú, sin embargo, puedes sembrar la unidad.
Sólo Dios puede dar fuerza;
Tú, sin embargo, puedes dar apoyo a los desanimados.
Sólo Dios es el camino;
Tú, sin embargo, puedes mostrar el camino a los demás.
Sólo Dios es la luz;
Tú, sin embargo, puedes hacerla brillar a los ojos de todos.
Sólo Dios es la vida;
Tú, sin embargo, puedes reavivar en los demás el deseo de vivir.
Sólo Dios puede hacer lo que parece imposible;
Tú, sin embargo, puedes hacer lo que es posible.
Sólo Dios se basta a sí mismo;
él, sin embargo, prefiere contar contigo.
(Canción brasileña)

P. Bruno FERRERO
Salesiano de Don Bosco, experto en catequesis, autor de varios libros. Fue director editorial de la editorial salesiana Elledici. Es redactor jefe del periódico italiano "Il Bollettino Salesiano", en versión impresa.